Cuando los riñones no dan más de sí y no son capaces de seguir filtrando la sangre, el mayor grado de insuficiencia renal, lo ideal es el trasplante. Pero mientras llega ―o para los muchos pacientes que no pueden acceder a uno―, la alternativa es la diálisis, que externaliza este proceso en máquinas y sustancias que lo emulan. Más del 80% de las 40.000 personas que se dializan en España acude a centros especializados y hospitales, pese a que está muy estudiado que hacerlo en casa es más barato para el sistema, da mejores resultados clínicos y alarga la esperanza de vida. Además, según una reciente investigación presentada en el último también consigue que los pacientes se sientan mejor anímicamente.
Todo esto lo ha comprobado Mario Sánchez, que sufre una insuficiencia renal grave desde 2001, cuando solo tenía 24 años. A la espera de un trasplante, comenzó con la hemodiálisis en el hospital, que le dejaba “destrozado”. “Al llegar a casa cenaba y me metía en la cama; o ni siquiera cenaba”, relata. Le trasplantaron tres años después, pero en 2018, el nuevo riñón comenzó a fallar, y debido a la inmunosupresión de los tratamientos para evitar el rechazo al órgano ajeno, desarrolló un linfoma. Las probabilidades de recaer desaconsejan en su caso un nuevo trasplante, así que vive gracias a la diálisis. Pero esta vez, en su casa.
En el domicilio también existe la posibilidad de hacer hemodiálisis, pero está menos extendida. Daniel Gallego, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Lucha contra las Enfermedades de Riñón (ALCER), emplea esta técnica desde hace cinco años, después de 25 acudiendo a hospitales. La “barrera” para esta técnica, cuenta, es que el propio paciente tiene que pincharse con “agujas gruesas que hacen mucho daño”. Normalmente, se recomienda que haya alguien en casa por si sucede algo, pero Gallego la hace solo: “Se puede perfectamente con un poco de aprendizaje”. A cambio, no tiene que acudir tres veces en semana al hospital. Lo hace cinco días en su casa, con lo cual acumula menos residuos en la sangre. “Puedes seguir una dieta más libre, beber y comer un poco más. Y esto, en una sociedad que celebra todo comiendo y bebiendo, es muy importante. Además, el hogar es un elemento terapéutico en sí mismo y aporta mucho valor: no tener desplazamientos, esperas, horarios, puedes trabajar, ver una película, jugar a la Play… puedes hacer lo que quieras, no tiene comparación”, zanja.
Si todo son ventajas, ¿por qué son tan pocos los pacientes que recurren a la diálisis domiciliaria? Hay varias explicaciones. Emilio Sánchez, presidente de la SEN, razona que hay parte de culpa en los tres pilares de los que depende esta decisión: la administración, que quizás no pone el suficiente empeño; los pacientes, a menudo muy mayores, y que a veces temen hacer el proceso por ellos mismos y prefieren delegarlo, y los propios médicos, que probablemente no siempre lo explican suficientemente bien.
“Entre todos tenemos que cambiar la mentalidad”, dice Sánchez. “La gente cree que hospital es mejor sitio, porque hay enfermeras y médicos. Pero es el peor: es donde hay más bacterias, por la rigidez de horarios, la necesidad de desplazamientos… En casa es extremadamente sencillo, además ahora tenemos herramientas telemáticas con las que podemos controlar que todo va bien. Nuestra idea es que cada vez más personas puedan acceder a diálisis domiciliaria, que sean un 25% el año que viene, y un 30% en 2030″, asegura.
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
Source: elpais.com