De apóstata del islam a presunto asesino: el atacante del mercadillo de Magdeburgo rompe todos los esquemas

Cuando la policía alemana identificó al presunto asesino del mercadillo navideño de Magdeburgo como Taleb al Abdulmohsen, el nombre me sonó familiar. Dos días después, al ver la imagen de su cuenta de X en un informativo de televisión, caí en la cuenta de que lo conocía. Bueno, no exactamente. Habíamos estado en contacto por internet por su activismo contra el islam y la opresión de las mujeres saudíes. Pero había algo que no encajaba: El arma con la que ilustraba su perfil. No la había visto antes. Resultaba inquietante.

Algún tiempo después, Al Abdulmohsen empezó a enviarme mensajes sobre asuntos relativos . A finales de 2019 logró atraer mi atención con una serie de posts en los que denunciaba que “las niñas saudíes estaban siendo expulsadas de la escuela por llevar una cinta blanca en la muñeca” para denunciar el maltrato a las chicas encerradas en centros juveniles y contra el sistema de tutela de las mujeres.

El año anterior, una activista iraní había lanzado el movimiento Miércoles Blancos contra la obligatoriedad de velo con relativo éxito pese a los riesgos. Pensé que Al Abdulmohsen intentaba emularla. No logré encontrar, sin embargo, huellas de la #CintaBlanca, como etiquetó la iniciativa. Ninguna de mis conocidas saudíes había oído hablar del asunto. Se lo dije y lo encajó bien. Incluso me pidió permiso para mencionarlo en su blog.

Al Abdulmohsen se describía entonces como “un psiquiatra saudí refugiado en Alemania para escapar a la pena de muerte tras haber renunciado al islam”. Por eso, pensé en él cuando Juan Rubio Hancock me pidió un artículo para Verne sobre el hecho de que el libro El espejismo de Dios de Richard Dawkins se hubiera descargado tres millones de veces en Arabia Saudí, cuna del islam y donde la ley antiterrorista de 2014 equiparaba ateísmo a terrorismo. En mis viajes por Oriente Próximo he conocido a muchos musulmanes no practicantes, pero pocos que se declaren abiertamente ateos (incluso donde la apostasía no está penada existe el riesgo de que algún extremista se tome la justicia por su mano). Sus respuestas fueron bastante comedidas. Incluso me dijo que el Gobierno saudí había “dejado de tomar un papel activo en la persecución de ateos”.

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