Cómo una lesión en la piel puede devenir en la inflamación de una mano

“No ha sido fácil aceptar que tengo una enfermedad crónica. Soy joven”, añade esta coordinadora de siete trabajadores de una farmacia de El Masnou, en la comarca del Maresme. “La psoriasis siempre la he controlado. Estábamos muy habituados en casa, mi padre tenía, mi hermano tenía. Me salía una herida y me aplicaba el tratamiento”, relata Moreno, que padeció lesiones debajo del pecho cuando se quedó embarazada, hace seis años. “Pero la artritis psoriásica es otra cosa, me limita. Las manos las usamos para todo. Que te duelan cuando coges un vaso de agua me pone de mal humor”, afirma. A medida que avanza el día, las articulaciones se calientan y se alivia el dolor. Pero hay que tratarla y pronto.

Santiago Alfonso es el director de Acción Psoriasis, que lleva 31 años alentando, asesorando y ofreciendo información contrastada a los pacientes. Alfonso aboga también por el concepto enfermedad psoriásica para que sigan creciendo esas consultas conjuntas que ya existen en algunos hospitales. “La atención precoz es fundamental”, coincide la voz de los pacientes. “Se necesita que haya una vía rápida entre dermatología y reumatología para atender a aquellos que se sospecha que puedan padecer artritis psoriásica”, añade.

Cuando se le retira el tratamiento, vuelven a aparecer estas lesiones, es lo que se llama recurrencia de la enfermedad. Pues bien, “si conseguimos tratar antes a los pacientes, podríamos evitar las recurrencias”, dice Rivera. “Vamos a poder espaciar las dosis e incluso interrumpir el tratamiento en algunos de ellos, curar esa cicatriz inmunológica”, añade. “La idea es ver si seremos capaces de curar la enfermedad en un futuro. Ahora la controlamos y la controlamos bien”, concluye.

Moreno, que iba para médico pero acabó licenciándose en Farmacia en la Universidad de Barcelona (UB), ha comenzado a cambiar sus hábitos de vida para complementar el tratamiento. No padece colesterol, ni hipertensión, ni diabetes, enfermedades que desarrollan con más frecuencia estos pacientes. “He empezado con una entrenadora personal a hacer ejercicio físico, estoy cambiando hábitos alimentarios”, cuenta. No padece sobrepeso, dice, otra comorbilidad que puede desencadenar la enfermedad psoriásica. Lleva desde el verano haciendo ajustes para acoplarse a esta nueva situación. Lo peor es que la padece. Lo mejor es que ya saben los que lo tienen que saber que la padece.