El papa Francisco ha inaugurado formalmente el Año Santo de 2025 esta Nochebuena con la apertura de la Puerta Santa de la basílica de San Pedro, por la que se espera que pasen más de 32 millones de peregrinos a lo largo del próximo año, en busca del perdón de los pecados. El Jubileo, como se conoce este gran evento católico que se celebra cada 25 años, revive una antigua tradición de la Iglesia, que anima a los fieles a peregrinar a Roma y a realizar obras de caridad para obtener la indulgencia o la remisión de los pecados.
Antes de celebrar la misa de Nochebuena, el Papa abrió y atravesó la Puerta Santa de la basílica, que estaba tapiada hasta hace unos días y solo se abre durante los años jubilares y que para los cristianos simboliza el paso del pecado a la gracia.
Este acontecimiento, uno de los más importantes de la Iglesia Católica Romana, funcionará también a modo de medidor para tomar el pulso a esta institución religiosa, que espera demostrar su influencia con la presencia masiva de fieles en la capital italiana. Y supondrá igualmente una importante fuente de ingresos para el Vaticano y sus Museos. Además, pondrá a prueba la resistencia del pontífice argentino, que a sus 88 años recién cumplidos ha asegurado que presenciará los actos más destacados y multitudinarios del año, que contempla una agenda frenética repleta de encuentros, peregrinaciones, misas y audiencias.
El último Jubileo ordinario se celebró en el año 2000, cuando el entonces Papa Juan Pablo II, ahora considerado santo por el catolicismo, inauguró la Iglesia del tercer milenio. Francisco celebró un —un evento especial y multitudinario, pero en menor medida que el ordinario— en 2015-2016 dedicado a la misericordia. El del próximo año tendrá lugar en un mundo más globalizado. Francisco ha querido que la esperanza sea el tema central del evento y ha pedido, entre otras cosas, a los países ricos que para la ocasión condonen o reduzcan la deuda externa de los países más pobres. También ha reclamado la extinción de la pena de muerte y amnistías para algunos prisioneros.
En la bula de convocatoria del Jubileo, Bergoglio advirtió de que trataría de poner el foco sobre los grandes temas protagonistas de su pontificado, como la pobreza, las guerras, los derechos de los migrantes o la baja natalidad de algunos países. “Si realmente queremos preparar un camino hacia la paz en nuestro mundo, comprometámonos a remediar las causas remotas de la injusticia, a saldar las deudas injustas e impagables y a alimentar a los hambrientos”, señaló el Papa.
En esta ocasión, por primera vez en la historia de la Iglesia Católica, en la agenda de este Jubileo, que terminará el 6 de enero de 2026, hay prevista para septiembre una peregrinación de una asociación italiana que se ocupa del colectivo LGBTIQ y de sus familias, que atravesarán la Puerta Santa de la basílica de San Pedro. Esta previsión ha despertado sentimientos encontrados y algunas críticas, por un lado, del sector ultraconservador de la Iglesia, y por otro lado, también del colectivo LGBTIQ, que protesta porque el Vaticano no ha dado la suficiente relevancia y visibilidad a un acto “cargado de simbolismo”.
Ante un evento tan multitudinario, la cuestión de la seguridad preocupa a las autoridades y a los peregrinos, sobre todo después del atentado de Magdebrugo, que el viernes pasado causó cinco muertos y más de 200 heridos en Alemania. El ministro del Interior italiano, Matteo Piantedosi, ha asegurado que no hay señales de alarma y que se ha preparado la seguridad para la cita “de manera exhaustiva”
La ciudad de Roma luce completamente renovada estos días, después de un año de obras de restauración y mantenimiento de los principales monumentos y calles sobre todo del centro de la ciudad, pero también de las afueras.
Numerosas asociaciones de vecinos han criticado las molestias ocasionadas en el tráfico y la movilidad general de la ciudad por las obras para el Jubileo y también el hecho de que contribuirá a congestionar aún más la Ciudad Eterna, ya sofocada por el turismo de masas y agravará la crisis de vivienda que asfixia a los residentes con precios desorbitados.
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Source: elpais.com