Sabotajes y escaramuzas: Rusia expande al mar Báltico su enfrentamiento con la OTAN

Desde el puerto de Helsinki, las gélidas y tranquilas aguas del mar Báltico se asemejan mucho a ese llamado “lago de la OTAN” al que muchos investigadores y políticos occidentales se refirieron, con tono triunfalista, tras la incorporación de Suecia y Finlandia a la Alianza por el creciente temor a la vecina Rusia. La realidad, sin embargo, es que, pese a que casi todo el territorio que lo circunda pertenece ya a la OTAN, El último ejemplo es el sabotaje que ha acabado esta semana con el corte de cinco cables submarinos que conectaban Finlandia con Estonia y Alemania.

En la sede de la Guardia Fronteriza de Finlandia, en la capital del país nórdico, la actividad es frenética desde hace unos meses. El subcomandante Mikko Hirvi reconoce: “que transporta petróleo ilegalmente, las constantes interferencias en las señales de GPS y la reciente destrucción de cables submarinos en el mar Báltico son fenómenos nuevos”. Se trata de episodios con los que hasta hace un par de años no tenía que lidiar la agencia militar encargada de la seguridad en las fronteras marítimas y terrestres del país nórdico.

Cuando se fundó la OTAN, en 1949, Dinamarca fue el único país bañado por el Báltico que se integró en la Alianza. la organización transatlántica no solo sumó a dos de los miembros de mayor relevancia de las últimas décadas, sino que culminó la transformación política y la reconfiguración estratégica del norte de Europa. Hoy, de los nueve Estados ribereños del Báltico, todos, menos Rusia, son miembros de la OTAN. Los antiguos lazos económicos y la influencia política que el país euroasiático ejercía en la región se han evaporado por completo, y su capacidad para proyectar poderío militar en el Báltico ha quedado reducida al mínimo. Aun así, el Kremlin acentúa sus acciones intimidatorias en la zona para poner a prueba a la Alianza Atlántica. “El objetivo de la guerra híbrida es perturbar la estabilidad económica y social de Occidente sin arriesgarse a un enfrentamiento abierto”, sostiene Basil Germond, investigador de la Universidad de Lancaster especializado en asuntos navales.

Desde el inicio de la invasión rusa de Ucrania, en febrero de 2022, al menos cuatro posibles actos de sabotaje han tenido lugar en el Báltico, que han dañado casi una decena de los poco más de 40 cables y ductos que recorren su lecho marino. El primero de ellos afectó al Nordstream, un gasoducto que conecta Rusia con Alemania. A pesar de que en un primer momento muchas de las miradas apuntaron al Kremlin, Sin embargo, en los otros incidentes —entre octubre de 2023 y el pasado miércoles—, la sombra rusa se proyecta con claridad.

Charly Salonius-Pasternak, colega de Mikkola en el FIIA, sostiene que en el último año se ha incrementado de manera notable la capacidad de reacción de los miembros de la OTAN. “Cuando fue dañado [en octubre de 2023] el Balticonnector [un gasoducto entre Finlandia y Estonia], el barco responsable fue identificado, pero las autoridades finlandesas no supieron cómo actuar”, resume. “ por las fuerzas navales de distintos países” prosigue Salonius-Pasternak, “pero el caso de esta semana con el , que fue abordado y detenido, evidencia que los aliados han progresado mucho a la hora de identificar con antelación barcos sospechosos, monitorearlos y reaccionar ante cualquier situación con el despliegue de buques, o helicópteros”. Los dos barcos chinos implicados en los probables actos de sabotaje en Báltico tenían vínculos con Rusia, más allá de su simple procedencia de un puerto ruso cuando se produjeron los daños.

Las autoridades finlandesas informaron este sábado de que el , que transportaba crudo ilegalmente de Rusia a Egipto y al que señalan como responsable de la rotura de cinco cables submarinos durante el día de Navidad, ha sido confiscado y trasladado a un puerto del sur de Finlandia.

Para Moscú, que en tiempos del Imperio Ruso llegó a controlar más de la mitad de la costa del Báltico, resulta esencial seguir operando en sus aguas. A pesar de haber quedado arrinconado, y de encontrarse en clara inferioridad militar, los puertos de Kaliningrado —un enclave situado entre Polonia y Lituania— San Petersburgo y Ust-Luga son vitales para los intereses del Kremlin. No solo porque de ellos parten miles debuque cargados con millones de barriles de petróleo que exportan ilegalmente, sino porque Turquía veta a todos los navíos de guerra el paso por el Bósforo, que conecta el Mediterráneo y el mar Negro. Aparte del de Kaliningrado, el último bastión naval ruso que queda en aguas libres de hielo está en Siria, y, tras la caída del régimen de Bachar el Asad, el ejército ruso tendrá que abandonarlo en las próximas semanas.

El pasado viernes, tras el abordaje del por parte de las autoridades finlandesas, Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, anunció que En octubre, el bloque militar inauguró un nuevo cuartel general en la ciudad alemana de Rostock para “coordinar las actividades navales en la región” y proporcionar “una imagen clara de la situación en el mar Báltico durante las 24 horas del día”, según el ejército alemán.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.