La puerta de urgencias se está convirtiendo en una vía de entrada a la sanidad cada vez más frecuente. Los hospitales hicieron más de 31 millones de atenciones en estos servicios en el año 2022, según un informe que ha publicado este lunes el Ministerio de Sanidad. Es un récord absoluto, a la vez que desciende el porcentaje de pacientes que, por su gravedad, debe quedarse ingresado: un 9%, la cifra más baja de la última década.
Este fenómeno coincide con listas de espera disparadas, tanto para ver al médico de Atención Primaria, que puede demorarse semanas, como para acceder a una especializada que ha batido récords después de la pandemia. Y no es casualidad, según los expertos consultados: el deterioro de la sanidad (los datos afectan tanto a la pública como a la privada) está probablemente detrás de este uso de los ciudadanos, que buscan ayuda inmediata a sus problemas de salud allí donde la pueden encontrar.
La pandemia refleja bien cómo la atención a urgencias baja drásticamente cuando los ciudadanos no la necesitan de forma apremiante. En 2020, este nivel se encargó de 17,1 millones de atenciones, más de 5,5 millones menos que en 2022. De ellas, quedaron ingresados un 11,5% de los pacientes, la mayor cifra en la última década (el mayor porcentaje de pacientes ingresados es una muestra de más gravedad de los casos, en promedio).
Este médico, sin embargo, prefiere no culpar a la ciudadanía de la situación. “Si la gente está preocupada por su salud y comprueba que en otros niveles no le atienden, como tiene servicios de 24 horas en los que saben que les van a ver sin ningún reproche, acuden a ellos”, resume, consciente también de que, aunque en ocasiones los pacientes acuden a urgencias para evitar esperas, en otras no tienen por qué conocer la gravedad de su enfermedad. “No son médicos y por eso van a uno”, resume.
Piñeiro echa las culpas a un sistema que “probablemente” se haya quedado obsoleto. “Yo no soy partidario del copago, pero es lo que se hace en otros países. Quizás haya que ver modelos como el de los bomberos, que son un servicio público gratuito, pero que se cobra cuando se les llama para algo que no es una emergencia”, razona.
Esta situación, según Piñero, acaba perjudicando sobre todo a los pacientes más graves que llegan a urgencias: “Aunque haya triajes para priorizar, si el médico tiene a 20 pacientes, con pruebas y la cabeza ocupada en otras cosas, la atención puede ser peor. De momento el sistema se sostiene, pero habrá que ver hasta dónde se puede tensar la cuerda”.
El crecimiento de las urgencias engrosa una atención hospitalaria cada vez más requerida en una población que va envejeciendo. Con 112 millones de consultas, 2022 también batió un récord en demanda hospitalaria, algo que no sucede en cuanto a las intervenciones quirúrgicas, que se mantienen estables en la última década (74 por cada 1.000 habitantes).
El informe de Sanidad muestra cómo toda esta atención se sustenta mayormente en la sanidad pública: el Sistema Nacional de Salud (SNS) atendió 4,1 millones de ingresos hospitalarios, con una estancia media de 7,8 días y realizó 3,5 millones de intervenciones quirúrgicas, el 49% mediante cirugía sin ingreso. Los hospitales privados, en ese mismo año, hicieron 1,7 millones de actos quirúrgicos y atendieron 1,1 millones de ingresos, con una estancia media de 5,4 días. El 20% de ellos fueron financiados por el SNS, una cifra que se ha mantenido estable desde 2013.
Las intervenciones que han caído drásticamente en estos últimos 10 años son los partos. Los hospitales atendieron en 2022 su mínimo en ese periodo: 261.991, lo que supone un 20% menos que en 2013.
El gasto total hospitalario en 2022 se situó en España en 60.500 millones de euros, 53.600 millones en los hospitales públicos y 6.900 millones en los privados. La mayor partida en los públicos se destina a gastos de personal (47,3%), seguida del gasto corriente (compras), que supone un 36%, del cual casi la mitad corresponde a productos farmacéuticos. El coste por cama al año se acerca a los 244.847 euros en los hospitales de agudos del SNS, un 17% más que en el año 2013.
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Source: elpais.com