La desconfianza frente al presidente ruso, Vladímir Putin, es total en el país invadido. Viktoria Kurepova, médica militar de 57 años, visitaba este jueves junto a su madre, sus hijas y su nieta el homenaje a los caídos en la plaza Maidán de Kiev, símbolo del primer levantamiento contra la injerencia rusa y a favor de la UE a finales de 2013. “Si congelamos el conflicto, Rusia volverá a atacar. No sabemos cuándo, pero sabemos que lo harán”, decía.
A medida que se acerca la toma de posesión de Trump del 20 de enero, los dos bandos intensifican las operaciones para llegar fuertes a la mesa de negociación. En las últimas semanas los enfrentamientos en el frente no bajan de 200 al día y en muchas ocasiones superan los 250, frente a los 150 de media de antes. Rusia no escatima en medios. Ha lanzado 13 ataques masivos contra las infraestructuras energéticas este año y castiga a diario con bombardeos a todo el país. En noviembre lanzó un mensaje a Occidente en forma de misil balístico experimental, el Oréshnik, y el pasado 20 de diciembre desafió las defensas de Kiev atacando el centro de la ciudad.
En una guerra de atrición, que requiere tropas en una cantidad suficiente para librarla, Ucrania presenta una de sus grandes dificultades: la carencia de soldados. La Fiscalía ha registrado cerca de 100.000 casos de abandono de posiciones o de deserción en lo que va de guerra, a lo que se suman las bajas. Se trata de un dato del que Kiev no suele informar pero que Trump cifró hace unos días en 400.000 (y Zelenski redujo después).
“Hay un claro problema y el Gobierno no ha sido capaz de solucionarlo”, afirma Melnik, con más de dos décadas de trayectoria militar. En abril, se rebajó la edad de reclutamiento de 27 a 25 años, pero no se solucionó el asunto de la desmovilización de quienes han servido un tiempo, una de las demandas de la población: “La gente está extremadamente cansada, física y psicológicamente; no son militares de carrera, son civiles movilizados”. Estados Unidos presiona a Kiev para que rebaje el reclutamiento a los 18 años, pero Ucrania se resiste. “Nos piden hipotecar nuestro futuro. No es justo. Lo que necesitamos son más armas, más formación”, se queja Bielieskov.
Ante las dudas que genera la llegada de Trump, la UE arropa a Ucrania mientras estudia garantías de seguridad alternativas a la Alianza, como la propuesta francesa de diseñar una misión de paz con tropas europeas. Pero como dijo el presidente ucranio en Bruselas el pasado 19 de diciembre, sin EE UU “es muy difícil mantener el apoyo a Ucrania”. “La UE tiene dinero, pero no capacidades: misiles, munición, proyectiles de artillería. Estados Unidos todavía es indispensable”, explica Bielieskov.
Aunque no está claro que la irrupción del magnate republicano en la guerra le vaya a salir bien a Ucrania, después de tres años en los que muchos consideran que la ayuda de Biden ha llegado tarde y mal, hay una cierta esperanza en el factor Trump como elemento disruptivo. Según una , publicada este viernes, el 45% de los ucranios opina que la victoria de Trump acerca la paz, frente al 14% que cree que la aleja.
Lo único que puede parar a Putin, según Denisenko, es la maltrecha economía rusa. Ucrania sueña con que colapse en un futuro cercano. El analista señala que la bomba definitiva sería una rebaja del precio del petróleo, que “representa el 40% del presupuesto ruso”. “Está a unos 70 dólares (67 euros) el barril. Si cayese a 50, ya sería un gran problema”. Su esperanza es que Trump, con Arabia Saudí, haga lo posible por rebajarlo durante unos meses, pero esto no es más que un deseo. “Basta con que Putin crea que es posible”, dice.
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Source: elpais.com