La bandera negra izada por el Estado Islámico (ISIS por sus siglas más conocidas en inglés) ha acompañado de nuevo a un brutal atentado en Estados Unidos. en las celebraciones del primer día del año en Nueva Orleans. Horas después, el presidente Joe Biden manifestó que el ataque estaba “inspirado por el ISIS”. La enseña del grupo yihadista encontrada en la furgoneta con la que Jabbar embistió a la multitud, emblema del que muchos otros se han servido antes para encuadrar sus actos de violencia, no es el único indicio que le relaciona con la organización terrorista enraizada en Siria e Irak. Según el contenido de vídeos encontrados en las redes sociales, que fuentes de la investigación han relatado a la prensa local, Jabbar había manifestado su lealtad al ISIS, casi como vía de escape ante el deseo de reunir a su familia —tenía tres hijos y dos exmujeres— para matarla.
Esta adhesión, el proceso de radicalización del individuo y el método elegido para atentar son buena prueba de la fuerza que el ISIS mantiene como detonante y combustible para sembrar el terror en Occidente más de cinco años después del fin del califato.
La sombra de esta organización en los actos de terrorismo en Estados Unidos no es nueva. Tampoco el modus operandi seguido por Jabbar. El 31 de octubre de 2017, el uzbeko Saifullo Saipov, entonces de 29 años, causó la muerte de ocho personas al conducir una furgoneta por un carril bici junto al río Hudson, en Nueva York. De nuevo, las autoridades encontraron en el vehículo la bandera del ISIS. La investigación no halló lazo operacional alguno con el grupo armado. El material incautado mostró un proceso de radicalización autónomo a través de los vídeos del primer líder de la organización, Abubaker al Bagdadi. Se trató también, como parecen indicar las primeras pesquisas en Nueva Orleans, de un atentado bajo la inspiración de la marca más potente de la yihad global en la actualidad.
Según el análisis hecho por el centro de análisis norteamericano The Soufan Center, dirigido por el experto en terrorismo Colin P. Clarke, el atentado en la ciudad del Estado de Luisiana fue celebrado en varios chats de partidarios del ISIS, donde Jabbar fue elogiado por el método que usó —tras atropellar a decenas de personas, abrió fuego contra la policía casi de forma suicida hasta ser abatido, un colofón habitual entre los terroristas del ISIS—.
Su perfil encaja en el formado durante esta década por muchos de los terroristas movidos en Occidente por la bandera del ISIS, pese a que la mayoría atentó a una edad más temprana. Era un individuo inestable, con una leve hoja de antecedentes por delitos menores, afectado por problemas financieros y familiares, que se convierte al islam, deriva en el radicalismo y se asoma finalmente al acto violento.
Con las fronteras de Siria selladas, ante la imposibilidad de seguir engordando las filas del califato, el ISIS ha sido capaz de difundir a través de sus órganos de propaganda un mensaje aún vigente: sus fieles no necesitaban viajar a ningún sitio; podían mantenerse en sus lugares de residencia y matar con lo que tuvieran a mano.
A partir de ahí, el efecto imitación. Al brutal atentado con un camión en Niza, en julio de 2016, con 86 muertos, le siguieron, entre otros, los atentados de Berlín, ese mismo año, y Londres, Barcelona, Estocolmo y Nueva York, un año después. Todos ellos fueron cometidos con un vehículo como arma y bajo el influjo del terror del ISIS. Un análisis publicado el pasado noviembre por el diario británico The Guardian alertaba del incremento de mensajes en la plataforma online Rocket.Chat, una de las más usadas por los fieles del yihadismo armado, sobre atentados en fiestas como el Día de Acción de Gracias o Navidad. El impacto de un acto de esta brutalidad tiene mayor repercusión cuando su previsible audiencia se encuentra en un momento de celebración. Así ha ocurrido ahora en Nueva Orleans, como hace nueve años sucedió en Berlín, o en Nueva York durante el Halloween de 2017.
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Source: elpais.com