El Liverpool deslució su condición de aspirante al título de Premier este domingo ante el United, en un partido revelador de las fallas que amenazan con derrumbar su liderato provisional. El 2-2 en Anfield fue reflejo fiel de un partido mal llevado y peor preparado, pues el equipo proyectó el viejo clásico del fútbol inglés más atento a Mo Salah que al United. El máximo goleador del torneo —sumaba 17 goles y 13 asistencias antes de la última jornada— hizo todo lo que no se espera de un líder: reclamar protagonismo para sí y distraer la atención lejos de la empresa colectiva, nada menos que para lamentarse en público de que no le mejoran el contrato en las condiciones que exige.
Las distracciones del Liverpool se reflejaron en el campo de juego tanto como las dificultades que apuntan desde la secretaría técnica desde hace meses, y que ponen en tela de juicio la evolución del ataque a manos de Arne Slot, el sucesor de Jürgen Klopp. Demasiados centros, demasiado fútbol frontal donde se precisa sutileza, demasiados balones largos a Salah para resolver problemas que requieren ideas más complejas, sobre todo ante un rival como el United de Amorim. Un bloque bajo de tomo y lomo con Maguire en la trinchera y la lección bien aprendida para despejar centros y bajar el ritmo.
Sin darse cuenta, el Liverpool —igual que el City hace dos semanas— cayó en la trampa del juego somnífero. Lo sufrió al regresar del vestuario tras el descanso. Van Dijk y sus compañeros movieron la pelota con calma, como si pasándosela bastara para controlar la situación. Con el 0-0 en el marcador, los visitantes hicieron lo mismo. Maguire se la daba a Ugarte, Ugarte se la devolvía, Maguire se la pasaba a De Ligt, y De Ligt se la devolvía sin que nadie los presionara, porque Gravenberch, el mediocentro encargado de conducir al Liverpool, no está lo suficientemente maduro para saber cuándo acelerar y cuándo poner un freno. Así, hasta que Lisandro cambió el registro y buscó a Bruno Fernandes con un lanzamiento de 50 metros. El balón se dividió, el Liverpool lo recuperó con fatiga, pues mentalmente se había acomodado, y Alexander Arnold repitió la jugada de rigor. Pase largo a Salah, que esperó a pie parado. Inmóvil como un monumento. Mal dispuesto para proteger el envío. Presa fácil para Lisandro que se le anticipó y lanzó una contra fulgurante que él mismo remató.
El 0-1 de Lisandro le cambió el paso al Liverpool, que ya fue a remolque. Gakpo y Salah (de penalti) se adelantaron pero Amad Diallo gritó el gol más feliz, el 2-2. Al United, 13º en la clasificación, le servirá de poco. Al Liverpool, que sigue líder con 46 puntos, seis más que el Arsenal y un partido menos, podría servirle de lección. Pero no será fácil. La Premier sigue muy abierta.
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Source: elpais.com