Los conservadores de Austria se abren a negociar con los ultras tras fracasar una coalición de Gobierno que los excluya

El líder ultra ha criticado en sus redes sociales “el tiempo perdido, la situación caótica y la enorme pérdida de confianza” en los más de tres meses desde los comicios y ha reivindicado: “Está claro que el FPÖ ha sido y es el único factor estable de la política nacional”. Sin embargo, no se ha pronunciado sobre posibles conversaciones con los conservadores de momento.

El nuevo jefe de filas democristiano ha sido hasta ahora el altavoz del partido para las duras críticas al líder ultra, como ha admitido este domingo, antes de añadir que el escenario ha cambiado tras el fracaso de una coalición moderada: “No se trata de Herbert Kickl ni de mí, sino del hecho de que este país necesita un Gobierno estable y que no podemos seguir perdiendo el tiempo en campañas electorales o elecciones”.

Stocker ha evitado responder si aceptaría ser vicecanciller bajo la batuta de Herbert Kickl. El dirigente, de 64 años y con una larga carrera en el partido, ha destacado que primero tendrá que confirmarse una negociación con los ultras y, de producirse y llegar a buen puerto, será el momento de hablar de nombres y cargos. Tampoco se ha comunicado de momento quién sustituirá a Nehammer al frente del Gobierno en funciones.

Poco antes de la intervención del jefe interino del ÖVP, el presidente Van der Bellen se ha dirigido a los ciudadanos para anunciar que ha convocado para este lunes al líder ultra a una conversación al palacio presidencial en Viena. El mandatario ha recordado que no le encargó la formación de un Ejecutivo pese a haber ganado los comicios tras constatar un rechazo general a que lo encabezara. Dejó así el intento en manos del segundo partido, el ÖVP, que sufrió una dura caída en las urnas hasta quedar en el 26,3%, seguido de los socialdemócratas (21,1%), liberales (9,1%) y Los verdes (8,2%).

Y como ya hizo en la noche electoral, ante la victoria ultra, Van der Bellen ha destacado la necesidad de respetar el Estado de derecho, la separación de poderes, los derechos humanos y de las minorías, la libertad de prensa y la pertenencia a la Unión Europea como bases de la democracia.

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