Tras la ruptura, el sábado, de las negociaciones para formar un Gobierno que dejara fuera a los ultras, ganadores de las elecciones del 29 de septiembre con un 28,8% de los votos ―su primera victoria en unas legislativas―, Van der Bellen llamó a Herbert Kickl y le invitó a una “conversación” este lunes. El mandatario no explicitó que fuera a encargarle la formación del nuevo Gobierno, como finalmente ha hecho. Frente a la tradición de dar ese mandato al vencedor de los comicios, Van der Bellen dejó en un primer momento la tarea en manos del entonces líder conservador, Karl Nehammer, con el argumento de que todos los partidos habían expresado que no querían entrar en una coalición con el FPÖ de Kickl.
Pero el escenario político austriaco ha dado un vuelco en apenas unos días. Los democristianos (ÖVP) llevaban desde noviembre en negociaciones con los socialdemócratas (SPÖ) y los liberales (Neos) para intentar pactar un Gobierno tripartito que dejara fuera a la ultraderecha. La pretensión de crear un cordón sanitario a nivel federal ―que no había existido antes, y menos en los ejecutivos regionales, ya que en varias gobiernan juntos ÖVP y FPÖ― ha fracasado estrepitosamente. El pasado viernes, la jefa de Neos, Beate Meinl-Reisinger, abandonó las conversaciones con el argumento de que los otros dos partidos no estaban dispuestos a dar los pasos necesarios para un paquete de reformas que frene el gran déficit presupuestario de Austria, que alcanza el 3,7% del producto interior bruto y que pone al próximo Gobierno ante el reto de ahorrar entre 18.000 y 24.000 millones de euros, según cálculos de la Comisión Europea.
La posterior reunión solo a dos, entre conservadores y socialdemócratas, apenas duró unas horas el sábado. El ÖVP se levantó de la mesa y certificó el fin de las negociaciones, lo que ambas formaciones han achacado a la intransigencia del otro. Ya partían de posiciones muy alejadas en materia económica y fiscal.
El nuevo jefe del ÖVP, Christian Stocker, partía así de que Kickl sería el encargado de formar Gobierno, lo que deja al antaño gran partido tradicional austriaco en la posición de socio bajo la dirección de los ultras. Stocker admitió que hasta este momento había sido muy duro con Kickl, al que llegó a calificar, como Nehammer, de peligro para la democracia y para la seguridad de Austria, pero alegó sin pestañear que la situación ha cambiado y se brindó a negociar para garantizar una mayoría sólida en el Parlamento.
Varios centenares de personas, según los medios austriacos, se han congregado este lunes en torno al edificio de la Cancillería para protestar ante la perspectiva de un jefe de Gobierno ultra. A la convocatoria lanzada por una organización de estudiantes judíos se han sumado representantes de varias ONG y organizaciones civiles. Para el jueves está anunciada una manifestación con el mismo propósito, mostrar el rechazo a que por primera vez en democracia el partido ultra asuma la jefatura del Ejecutivo.
El año pasado, cuando asumió su segundo mandato, afirmó en una entrevista que no le gustaría favorecer a un partido “antieuropeo y que no condena la guerra de Rusia en Ucrania”. Era una referencia directa a Kickl, si bien no dijo claramente qué haría en caso de que este ganara unas elecciones y tuviera la opción de ser canciller. El líder del FPÖ replicó con desdén que Van der Bellen es una “momia”, está “senil” y “comatoso”.
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Source: elpais.com