La ofensiva de las milicias rebeldes en Siria que derrocó al régimen de Bachar el Asad hace un mes no ha traído la paz a las regiones kurdas del noreste del país, sino más bien todo lo contrario. Desde el 27 de noviembre, el mismo día que se inició la ofensiva relámpago que acabó con la dictadura de El Asad, una coalición de milicias sirias proturcas con base en el norte del país lleva a cabo su propia campaña militar contra contra la Administración Autónoma Democrática del Norte y Este de Siria (AANES), dominada por facciones kurdas, que se ha cobrado ya la vida de más de 300 personas. Los enfrentamientos han sido especialmente duros desde el pasado fin de semana alrededor de la estratégica zona de la presa de Tishrin, donde se han saldado con la muerte de más de un centenar de combatientes de ambos bandos, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
Frente a Ankara, la AANES ha gozado del apoyo de Estados Unidos, ya que desde hace casi una década es su principal socio en el combate contra el ISIS y se encarga de la seguridad de los campos de detención de más de 10.000 combatientes yihadistas. En total, Washington cuenta con unos 2.000 soldados desplegados sobre el terreno, y durante las últimas semanas ha reforzado su presencia en el terreno. La Administración de Joe Biden ha intentado mediar entre las FDS y Ankara para poner fin a los combates, y llegó a anunciar la firma de dos altos el fuego en diciembre, que colapsaron enseguida.
En la raíz del conflicto está la pregunta de cuál será la distribución geográfica del poder en la nueva Siria. Tras décadas de persecución de sus derechos civiles y lingüísticos, los partidos kurdos quieren gozar de autonomía en las regiones donde son mayoría. Sin embargo, las milicias islamistas se muestran reacias a una descentralización profunda. “No habrá una división de Siria y rechazamos cualquier forma de federalismo”, ha advertido Al Shara.
Mientras el conflicto alrededor de la cuestión kurda se inflama en Siria, desde Turquía llegan señales de un embrionario relanzamiento del proceso de paz con el PKK. El pasado 28 de diciembre, una delegación formada por dos diputados del Parlamento turco del partido prokurdo DEM visitó al líder histórico del PKK, Abdulá Ocalan, en la cárcel de la isla de Imrali, en el mar de Mármara. Esta es la primera vez desde 2015 que Ankara permite una visita de políticos kurdos a Ocalan y llega después de que Devlet Bahceli, un líder nacionalista socio de Erdogan, propusiera en octubre recuperar las conversaciones de paz.
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
Source: elpais.com