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Hernán Cortés murió el 2 de diciembre de 1547 en Castilleja de la Cuesta, España. Su fallecimiento ocurrió lejos de las tierras que conquistó para la Corona española y donde había solicitado ser enterrado. Tras su muerte, lo sepultaron en la iglesia de San Isidoro del Campo, cerca de Sevilla, lo que marcó el inicio de un periplo inusual para sus restos.
Los documentos históricos mencionan que. A lo largo de este recorrido, sus restos cruzaron océanos y fueron objeto de exhumaciones.
En San Isidoro del Campo, la tumba fue cambiada de lugar dentro del mismo recinto. Casi dos décadas después, para cumplir el deseo de Cortés de descansar en el territorio que conquistó. Allí, en 1629, Sin embargo, este lugar no sería su descanso final.
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Los viajes de Hernán Cortés después de su muerte no solo reflejan los cambios políticos y sociales, sino también mantienen con el legado del conquistador.
Tumba de Don Hernán Cortés de Monroy y Pizarro, (1485-1547).
Iglesia de Jesus nazareno, República de El Salvador y Avenida José María Pino Suárez, centro histórico de la ciudad de México.
— Enrique Sandoval (@enrisandomtz) March 23, 2024
Con la llegada de la , el contexto político cambió drásticamente, y la figura de Cortés se volvió controvertida. En 1823, ante el temor de que sus restos fueran profanados. En este periodo se cree que permaneció enterrado en los sótanos de la iglesia y, otras historias cuentan que llegaron hasta Italia, aunque no hay prueba de ello.
Finalmente, en 1836, los restos de Cortés se reubicaron dentro del mismo recinto religioso, en una nueva urna en una de las paredes. Más de cien años después, los restos fueron sacados a la luz durante trabajos de restauración en 1946. Un año después, en 1947, colocaron los restos en un nicho discreto dentro de la misma iglesia y su ubicación fue marcada con una placa.
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Source: www.ngenespanol.com