Los goles y, por supuesto, la victoria, se daban por descontados desde el inicio del partido, cuando arrancaron los barcelonistas sin dar tiempo a que el Betis se colocara en Montjuïc. El partido que siguió a la conquista de la Supercopa resultó igual de emocionante por el despliegue de un equipo azulgrana de momento muy solvente en los torneos de eliminación. El Betis no salió prácticamente del pasillo que dedicó en los prolegómenos del encuentro al Supercampeón Barça, reencontrado con su fútbol fluido y vertiginoso al regreso de la Navidad.
Los azulgrana ganan partidos y jugadores porque Flick no se rinde con De Jong, un futbolista que juega con miedo por su lesión en el tobillo y que además no había funcionado últimamente como suplente, señalado por la hinchada porque cada uno de sus errores acostumbra a costar un gol, como se constató precisamente en la última visita al Villamarín. Las rotaciones dispuestas por el entrenador permitieron que el holandés dispusiera de una oportunidad como titular por el descanso concedido a Casadó. También se sentaron en el banquillo Balde, sustituido por Gerard Martín, y Lewandowski. La novedad fue que en ausencia del polaco salió Olmo.
A partir de su superioridad en la medular, los azulgrana pivotaron con mucho gusto y mejor estilo a partir de la posición de volante ofensivo de Olmo. La circulación de pelota era muy alta, el juego iba de un costado al otro del campo y las llegadas se sucedían sin parar ante Vieites. El gol cayó al poco de empezar el partido cuando Gavi, tan buen llegador como definidor, remató el pase de Olmo, habilitado por el acelerador de Pedri, el director silencioso y deslumbrante del equipo de Flick El Barça presionaba fuerte sin balón, se asociaba fácilmente, profundizaba siempre que podía, marcaba un ritmo brutal y chutaba repetidamente al marco del Betis.
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Source: elpais.com