Un Atlético titánico liderado por Julián Alvarez firmó una noche histórica, salpicada con esa dinámica de lo impensable que inmortalizó el argentino Dante Panzieri. Fue mejor con diez que con once para superar a un rival que le había pasado por encima en el primer tiempo. En el juego y en el marcador. El segundo fue un canto a la épica y a la fe de los futbolistas de Simeone. Igualaron el tanto de Hincapie en inferioridad y convirtieron el partido en una cuestión visceral. Una batalla por cada pelota y por cada metro jaleada por una hinchada inflamada y crecida por la reacción de su equipo. El homérico triunfo sitúa al Atlético en condiciones de meterse entre los ocho primeros y evitar la ronda de dieciseisavos.
Con esos dos moldes, fue el del Leverkusen el que se impuso con claridad. Se plantó en campo contrario y hundió en su área al desconcertado y superado equipo de Simeone. Lo único que parecían tener claro los rojiblancos era que Barrios debía agobiar el talento de Wirtz. Lo demás era un conjunto al que le saltaban las costuras por el medio o por los flancos. En ataque no ligaba dos pases el Atlético, con Griezmann acostado en la banda izquierda. Estaba mejor plantado el Leverkusen y a la primera que Giuliano se descolgó en ataque, Grimaldo silenció el Metropolitano con una carrera meteórica a la contra. Padecía mucho el Atlético, que ya fue avisado con un tanto anulado a Tella, en un disparo desde fuera del área de este y otro de Wirtz a quemarropa que Oblak atajó.
La superioridad del campeón alemán en el primer tramo fue amplificada por Barrios. El canterano fue pasado de revoluciones a presionar la salida de balón de Mukiele y le clavó los tacos en el gemelo. La revisión en el monitor tiñó la tarjeta amarilla inicial de color rojo. Once contra once, el Leverkusen había sido superior. Con un jugador menos, al Atlético ya solo le quedaba sobrevivir con un ejercicio de resistencia defensiva, alguna intentona quijotesca con balones largos a Julián Alvarez y el fervor de su hinchada. Con todo, pudo sostener el Atlético al Leverkusen hasta el borde del descanso. Incluso se estiró y forzó un par de jugadas a balón parado que alimentaban la esperanza de rascar algo en ataque. Sucedió que en la última jugada el Atlético fue castigado con el gol de Hincapié.
Los cambios de Simeone y Alonso radiografiaron sus intenciones. La del Cholo era apuntalar al equipo con Reinildo por el superado Galán y buscar alguna contra, y la de Alonso cerrar el partido cuanto antes metiendo a Schick por Mukiele.
Esta vez fue el Atlético el que entró más enérgico pese al resultado y su desventaja numérica. Julián Alvarez protagonizó una carrera heroica y convencida para perseguir un balón largo. Primero le ganó la pugna a Tah y después a Tapsoba para pisar el área y superar a Kovar con un toque sutil cruzado. La acción volvió a confirmar que el Atlético ha pescado a un jugador grande. El tanto ya metió el partido en clave Atlético. Cada duelo ganado, cada despeje o cada carrera provocaban un terremoto emocional y de decibelios en la grada. Escenario ideal para un Simeone. Giuliano forzó la roja de Hincapié quebrándole en la línea de fondo. Diez contra diez, el Atlético se envalentonó y ganó el partido con otra maniobra prodigiosa de su estrella. Julián Alvarez sentó con frialdad a Kovar para convertir el Metropolitano en un volcán.
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Source: elpais.com