Rodrygo enciende al Madrid, que jugará contra el Manchester City o el Celtic

El Real Madrid cumplió esta vez en Francia con lo que debía, después de caer en octubre en Lille, pero su victoria ante el Brest, una vez pasada por la coctelera de la jornada múltiple, lo colocó en trayectoria para volver a colisionar con el Manchester City, ese nuevo clásico territorio de angustias y alegrías delirantes. Con los dos goles de Rodrygo y el de Bellingham, el equipo de Ancelotti cerró la liguilla en un puesto que le permite jugar la vuelta de la siguiente ronda extra en casa. El sorteo del viernes decidirá si esa eliminatoria es contra el Celtic o contra el equipo de Guardiola, que llegó al último día en el límite de la eliminación, obligado a ganar en casa al Brujas.

La noche de los 18 partidos simultáneos que terminó con el 50% de posibilidades de ese duelo terrible en el horizonte empezó en Francia a contrapié por el ardiente entusiasmo de la grada del sorprendente Brest, trasplantada al estadio Roudourou de Guingamp, a 100 kilómetros de su casa. Las bengalas que prendieron inundaron de humo ese hogar prestado y retrasaron cinco minutos el principio del partido, lo que desacompasó la sincronización del invento.

La agitación del Brest retrasó el momento en el que el equipo de Ancelotti consiguió ordenar el paisaje. Buscaron a Mbappé a la espalda por la izquierda y el francés, silbado de manera insistente, probó un par de disparos que se perdieron arriba. Lo intentaba por allí Bellingham, y por el otro costado se juntaban Lucas Vázquez, Brahim y Modric, que entró en el once por Ceballos. Al que no se veía era a Rodrygo, que empezó más dedicado a limpiar el campo para Mbappé.

Se movía entre bastidores. Hasta que deslumbró en un minuto. Cabeceó a bocajarro un centro de Lucas que detuvo Bizot. Y no dejó tiempo para que se repusiera del susto. Arrancó con un fogonazo, esquivó a Chardonnet con el engaño de un fulgurante juego de pies, llegó al área y la cruzó con la izquierda: palo y gol. El despertar de Rodrygo empezó hace unas semanas por la derecha, pero se ha disparado los días en los que, como en Guingamp, las sanciones de Vinicius le dejaban a él la izquierda. Cuando despega desde allí, su vuelo a ras de hierba provoca un pánico sin rodeos. Como un proyectil teledirigido. Desde cerca del área y también desde lejos, como en el segundo tiempo, cuando se deslizó intocable entre rivales hasta ponerse frente al portero.

El Brest acusó la combinación del golpe y el desgaste, y el Madrid pudo acunar el duelo durante un tramo. Pero el equipo de Éric Roy no había llegado hasta este punto de su sueño para dejarlo ir. Recobró aire en el descanso y se lanzó de nuevo al asalto entusiasmado. Pese al derroche de Bellingham, al Madrid le costaba contener el empuje y Ajorque cortó la respiración con una maniobra de fútbol sala, un remate entre puntera y empeine rodeado de tres rivales que encontró la red de Courtois. El susto fue efímero, porque el VAR encontró al delantero adelantado.

El Real aplacó ese segundo asalto acelerando, que es como encontró siempre las salidas. Mbappé dejó pasar una pelota que había bajado a descargar y de ahí salió una contra conducida por Bellingham. El inglés abrió a Brahim y la jugada terminó aún más a la derecha en Lucas, que desde la línea de fondo la dejó atrás para el gol de Bellingham.

El Brest repitió el guion del 0-1 y volvió a apretar. Y el Madrid aguantó otro envite, hasta que aceleró de nuevo. Se juntaron otra vez Mbappé y Rodrygo por la izquierda y el brasileño acertó con el tercero, su décimo gol en los últimos 11 partidos. Mbappé pudo marcar dos más, pero la noche terminó en tres, con la proa del Madrid apuntando a otra posible gran colisión con el City.

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