Con el interrogatorio de Hermoso, ha comenzado este lunes uno de mediática ha levantado dentro y fuera de España. Luis Rubiales se encuentra acusado de un delito de agresión sexual por el beso no consentido, y de otro de coacciones por las supuestas presiones que impulsó para tratar de que la jugadora justificara en público su actuación. La Fiscalía pide dos años y medio de cárcel para el expresidente de la RFEF. Otras tres personas se encuentran procesadas y se enfrentan a una petición de un año y medio de prisión por participar en las presuntas coacciones: Albert Luque, exdirector de la selección masculina y exfutbolista (jugó en el Deportivo de la Coruña y con la selección española absoluta, entre otros equipos); ; y Rubén Rivera, exresponsable de marketing de la Federación.
—¿Se sintió coaccionada para denunciar estos hechos, en concreto por la Fiscalía o por mi persona? —ha preguntado la teniente fiscal Marta Durántez nada más comenzar el interrogatorio de la víctima.
—No —ha contestado Hermoso.
Los cuatro acusados la han escuchado sentados junto a sus abogados —el magistrado José Manuel Clemente Fernández-Prieto les ha permitido colocarse en esos puestos y ellos han evitado así ponerse en el banquillo—. Durante la mayor parte de este tiempo, Rubiales ha seguido atento las manifestaciones de la jugadora, ha tomado notas y ha intercambiado algunos comentarios con su abogada, la penalista Olga Tubau. Jorge Vilda ha permanecido con la vista fija en ella; al igual que Albert Luque. Rubén Rivera ha evitado mirarla y ha estado con la vista gacha.
Durante casi dos horas y media, Hermoso ha ofrecido profusos detalles de aquellas jornadas de agosto de 2023. Su relato ha comenzado por la entrega de medallas. “Tocaba el pasillo para saludar a las autoridades. Saludé a la reina, a su hija… Lo siguiente fue encontrarme con Rubiales. Nos abrazamos. En ese momento le dije: ‘La que hemos liado’. Ahí, él pegó el brinco, y a la bajada me dijo: ‘Hemos ganado este mundial gracias a ti’. Lo siguiente fue sus manos en sus orejas y lo siguiente es el beso”. ¿Él le dijo ‘le puedo dar un piquito’? “No, en ese momento ni entendí ni escuché nada. No vi gestualizar con su boca ningún tipo de pregunta”, ha insistido.
—¿Si le hubiera hecho esa pregunta, habría accedido? —ha preguntado la fiscal.
—No —ha recalcado la futbolista.
Entonces, según su versión, las coacciones comenzaron en el mismo estadio de Sídney (Australia) donde se jugó la final. Hermoso ha afirmado que, durante días, le pidieron “incontables veces” que saliera en público a justificar a Rubiales, pese a que ella se negaba. Él mismo se lo reclamó en uno de los pasillos del estadio, al poco del beso: “Ahí, él me dijo que ya se estaba hablando mucho por redes sociales, que ya se estaba liando. Yo le dije: ‘Te va a caer, porque sabes que esto no está bien’. ‘Ya sabes que lo he hecho con efusividad y ha sido el momento’, [se justificó él]”.
Las maniobras siguieron en el vuelo de vuelta a España: “En el avión empiezo a notar mucho movimiento. Todo el rato estaban reunidos en el asiento de Rubiales y Vilda”. Continuaron, incluso, en la escala que hicieron en Doha: “Allí, hubo un momento en que marché al baño y Rubiales me dice que por favor le ayude, que haga un vídeo con él, que le están llamando acosador… Le dije que no, que yo no iba a hacer nada, que yo no había propiciado nada. Me pidió, por favor, que lo hiciera por sus dos hijas que estaban atrás en el avión llorando, y yo le dije que lo sentía, pero que no iba a hacerlo. Y también me dijo: ‘A ti y a mí nos gusta lo mismo, dando a entender…”.
—¿El poder del presidente de la RFEF era grande dentro de su equipo y acólitos? —ha preguntado la fiscal.
—Sí —ha dicho Hermoso.
La jugadora ha recordado igualmente cómo vivió su vuelta a España y la enorme repercusión social que tuvo aquel beso de Rubiales. “Recibí amenazas de muerte. Mensajes de todo tipo”, ha contado: “Nos tuvimos que ir de Madrid porque la situación era insostenible”. ¿Alguien de la RFEF se preocupó por cómo estaba usted? ¿Le pidieron perdón? ¿El presidente, el entrenador…? “Nadie. Nadie es nadie. Nadie se acercó a preguntarme qué tal estaba. Ni Jorge Vilda… Nadie se dignó a preguntarme cómo estaba y qué me estaba pasando por la cabeza. Me sentí desprotegida por parte de la RFEF. Tenía que ser mi lugar seguro… Era jugadora de fútbol de su país y nadie me preguntó, nadie vino a decirme nada.
—¿Solo fueron a hablar con usted para salvar su reputación o su puesto? —ha inquirido la fiscal Durántez
—Sí —ha sentenciado Hermoso.
Álvarez ha puntualizado que, incluso, Rubiales dio indicaciones directas para conseguir que Hermoso transigiera. “En el autobús entre el hotel y el aeropuerto, íbamos todo el equipo celebrando, emocionados, contestando mensajes, etcétera. Y, en un momento determinado, sí que recibo la orden del presidente de que hable con el director de Comunicación, que hay que hablar con Jenni porque hay que sacar un comunicado”. Patricia Pérez ha indicado que, para entonces, la futbolista ya estaba visiblemente “harta” de esta situación: “Dijo que, encima de que el beso no había sido cosa suya, por qué tenía que seguir haciendo este tipo de cosas”.
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Source: elpais.com