Los democristianos alemanes cierran filas con Merz, pero temen el coste electoral de su voto con los ultras

Los democristianos alemanes han cerrado filas este lunes para apoyar a su candidato a las elecciones del 23 de febrero, Friedrich Merz. Pero la procesión va por dentro. La decisión de Merz, la semana pasada, de aceptar el apoyo de la extrema derecha en varias iniciativas parlamentarias contra la inmigración ha dejado heridas internas. Y miedo a que una campaña que parecía decidida se complique en la recta final.

En un minicongreso en Berlín, la CDU ha presentado el llamado Programa inmediato para el bienestar y la seguridad, una serie de 15 medidas urgentes que incluyen restringir la inmigración, reducir la burocracia y relanzar la maltrecha economía alemana. Pero el congreso debía servir a la CDU y su aliada bávara, la Unión Socialcristiana, sobre todo, para pasar página. Y disipar la impresión de que, al aceptar los votos de AfD para su iniciativa en el Bundestag,

“Con AfD no colaboraremos. Ni antes de las elecciones, ni después, ni jamás”, prometió Merz, mientras delegados aplaudían en pie. El líder de su partido hermano CSU y presidente de Baviera, Markus Söder, insistió en su discurso: “Lo repetimos siempre con claridad y nitidez y no solo hoy. No, no, no a cualquier forma de colaboración con AfD”.

Pero el voto conjunto de CDU/CSU y AfD en favor de medidas para reducir la inmigración ha puesto en alerta a una parte de Alemania. No solo al SPD y Los Verdes, que gobiernan en minoría. Las iglesias católica y protestante han criticado a Merz. Decenas de miles de personas han salido a manifestarse en las principales ciudades del país.

“Movilización y polarización”, zanjaba Stephan Toscani, delegado por el Estado federado del Sarre, y diputado regional. Toscani quería decir que el gesto de Merz ha desencadenado la movilización tanto entre los votantes del SPD como de la CDU/CSU, y que esto polariza la campaña. “Como en Estados Unidos, en Alemania tenemos dos relatos. El primero dice: ‘Debemos salvar la democracia’. El segundo: ‘Necesitamos más seguridad y más empleo”. En EE UU, el primero no les funcionó a los demócratas en las presidenciales de noviembre que ganó Donald Trump. Toscani, obviamente, cree que la opción adecuada es la segunda.

Johannes Volkmann —otro delegado que, además, es candidato al Bundestag, miembro de la presidencia federal de la CDU y nieto del canciller Helmut Kohl— responde a la pregunta sobre el efecto Merkel analizando los dos votos polémicos contra la inmigración en el Bundestag. El miércoles, 9 diputados de la CDU/CSU se abstuvieron, se ausentaron o votaron en contra de una moción no vinculante, que se adoptó con el apoyo de AfD. El jueves Merkel criticó la iniciativa de Merz. En las filas democristianas hubo ese día 12 abstenciones o ausentes. Es decir, Merkel movió solo tres diputados.

“Ahora estamos corrigiendo errores que la CDU cometió en el pasado respecto a la política de inmigración”, dice Volkmann en alusión a las políticas de Merkel, quien, en 2015 permitió la entrada de un millón de refugiados. “Entre mi electorado”, dice, “estoy escuchando estos días mucho apoyo y aprobación”.

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