Conocida es la confusión, o la asimilación, entre los fines y los medios, de manera que, para evitarla, resulta oportuno establecer con claridad los fines. En el caso del sistema educativo, la introducción de los preámbulos de las leyes y la concreción de algunos de sus preceptos, precisamente sobre los fines y principios de tal sistema, parecen establecerlos con claridad.
Dado tan relevante fin del sistema educativo, no solo escolar, la diferente entidad de los fines y los medios es decisiva. Sobre todo, si se advierten aspectos que realzan los medios y desdibujan, más bien postergan, aunque no sea intencionadamente, los fines. Uno es el de la configuración del currículo de las enseñanzas, con situaciones de confusión en las que el nombre de las cosas, cambiante, puede desorientar la naturaleza de estas.
Basta referir elementos característicos del actual currículo ―perfiles competenciales, competencias clave y específicas, situaciones de aprendizaje, evaluación basada en criterios…― para constatar que el currículo de las enseñanzas, como medio para alcanzar los fines de la educación, puede convertirse, por los procesos de deliberación y controversia curricular, en un fin, que no medio, instrumental. Y, por eso, la reiterada necesidad de adoptar un currículo configurado a partir de los aspectos sustantivos, básicos e imprescindibles que propicien el fin mayor de la escolarización. Este currículo básico debería ser ajeno al disenso, sin menoscabo de posibles concreciones curriculares que pudieran resultar menos compartidas.
Otro aspecto de la cambiada naturaleza de los medios y los fines es la formación inicial para la enseñanza, preferentemente también en el caso de la educación obligatoria. Su condición de medio parece evidente, pero las demoras en su adecuación, con un debate abierto desde hace décadas, y las medidas que deben adoptarse para su configuración eficaz atribuyen a la formación inicial, al cabo, un carácter de fin. Situación que cuestiona la prevalencia del declarado y principal fin del sistema educativo, al que la formación inicial contribuye como medio relevante.
En definitiva, los procesos de reforma, afectados por distintas circunstancias y factores, no deben propiciar el desplazamiento o la confusión entre los fines y los medios; sobre todo, si considera la significación de estos últimos para reforzar el carácter educativo y social de la educación obligatoria.
Antonio Montero Alcaide es inspector de Educación y profesor de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Sevilla.
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Source: elpais.com