En menos de tres semanas, Trump ha iniciado una demolición sin complejos de parte de la Administración que no tiene precedentes ni en el fondo ni en la forma. Primero congeló la financiación federal a los Estados y las entidades sin ánimo de lucro, desafiando la Constitución y las competencias del Congreso, aunque dio marcha atrás después de provocar el caos en la Administración y de que una jueza suspendiera la medida. Ahora el presidente está desmantelando la agencia de ayuda al exterior (USAID), de la que esta semana unos operarios retiraban las letras, y la Oficina para la Protección Financiera del Consumidor (CFPB).
Según reconoció este viernes Trump, ahora tiene en el punto de mira el Departamento de Educación y el Pentágono. El equipo del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), dirigido por Musk, se ha presentado ya en muchos otros departamentos y agencias federales. Según ha publicado The Wall Street Journal, la Administración planea despidos masivos en el Departamento de Salud. En realidad, Trump y Musk están presionando a todos los funcionarios para que dimitan. La zanahoria son unas bajas incentivadas de dudosa legalidad, y el palo, la amenaza de despido y el fin del teletrabajo. Unos 65.000 han decidido ya tirar la toalla, pero eso está lejos del objetivo de recorte.
El asalto a agencias y departamentos federales viene acompañado además de una purga revanchista. Trump destituyó a la mayoría de los inspectores que supervisan a la Administración, despidió a los fiscales y empleados del Departamento de Justicia que lo investigaron a él y suspendió de empleo a los funcionarios de áreas que ha dejado vacías de contenido, incluidas las de diversidad, igualdad e inclusión. La persecución se ha extendido a los agentes del FBI que investigaron el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021, mientras Trump indultaba incluso a los condenados por los delitos más graves.
El presidente encargó a Musk acabar con “el despilfarro y el fraude masivo” en la Administración. Trump ha recurrido a bulos para ilustrar ese supuesto despilfarro, como los supuestos 50 millones de dólares en condones que se iban a enviar a Hamás, una completa invención. Hace una semana le preguntaron por el modo abrupto en que Musk estaba desembarcando en las agencias federales y le defendió: “Creo que Elon está haciendo un buen trabajo. Es un gran recortador de gastos. A veces no estamos de acuerdo con él. No irá donde él quiere ir. Pero está haciendo un gran trabajo. Es un tipo inteligente… está muy interesado en recortar el presupuesto de nuestro Gobierno federal”, contestó.
Cuando Elon Musk compró Twitter, publicó un mensaje en el que se le veía recién llegado a la sede de la empresa cargando un lavabo. Fue el preludio del recorte de costes, los despidos masivos, el desmantelamiento de las políticas de moderación de contenidos y la conversión de la red social en una plataforma para amplificar la desinformación y los mensajes de odio. Con su desembarco en el Gobierno, el magnate parece dispuesto a lanzar por el desagüe programas y empleados federales como si el Gobierno fuera una start-up de Silicon Valley.
Además de USAID y de la CFPB, los enviados de Musk han acudido, entre otros, a los Departamentos del Tesoro, Educación, Energía, Vivienda, Salud y Asuntos de Veteranos, además de otras agencias gubernamentales. El viernes, Trump dijo en la Casa Blanca, en una rueda de prensa, que estaba “muy orgulloso del trabajo que está haciendo este grupo de jóvenes, en general jóvenes pero muy inteligentes”. “Sería mucho más fácil no hacerlo, pero tenemos que desmontar algunas de estas cosas para encontrar la corrupción”, añadió.
“Sea lo que sea lo que esté haciendo el DOGE, no es democracia”, afirmó esta semana Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado. “Esto no es una start-up tecnológica. Se trata de instituciones públicas que se ocupan de la Seguridad Social, Medicare, la defensa nacional, y velan por el bienestar del pueblo estadounidense. El pueblo tiene derecho a participar en ese debate”, subrayó.
“En la primera Administración de Trump había abogados generales, empleados federales e incluso algunos funcionarios políticos que decían que no harían cosas ilegales. En la segunda Administración de Trump esos funcionarios ya no están, los abogados generales aprobarán [las medidas] o serán despedidos, y los servidores públicos serán despedidos por resistirse”, indicó por correo electrónico Donald Moynihan, profesor de políticas públicas de la Universidad de Michigan.
Los jueces han frenado parte de la ofensiva. Una jueza limitó el acceso a los sistemas de pagos del Tesoro a solo dos miembros del equipo del DOGE y únicamente para lectura, impidiéndoles descargar los datos y compartirlos externamente con Musk y sus empleados. Este sábado, otro vetó el acceso por completo y ordenó borrar el material descargado. Otro juez bloqueó temporalmente la oferta de bajas incentivadas, y otro más, los despidos masivos de casi todos los 10.000 empleados de USAID. En cambio, otro togado rechazó una demanda de los sindicatos para impedir al DOGE el acceso a los sistemas del Departamento de Trabajo que contienen información confidencial sobre millones de trabajadores, incluidos aquellos que han presentado quejas contra sus empleadores. Los sindicatos dicen que también hay información sobre investigaciones de las empresas de Musk y sobre secretos comerciales de la competencia.
El mayor triunfo en los tribunales consistió en impedir la congelación de los préstamos, ayudas y subvenciones a los Estados y organizaciones no gubernamentales. Tras el caos creado y la decisión de la jueza que lo paralizó, la oficina presupuestaria de la Casa Blanca dio marcha atrás a una maniobra que, en opinión de los demócratas, invadía las competencias del Congreso. “Si el presidente Trump quiere cambiar las leyes de nuestra nación, tiene derecho a pedir al Congreso que las cambie. No tiene derecho a violar la Constitución de Estados Unidos. No es un rey”, remarcó en un comunicado el senador por Vermont Bernie Sanders.
“Un Gobierno en la sombra no elegido está llevando a cabo una toma de control hostil del gobierno federal. El DOGE no es una agencia gubernamental real. El DOGE no tiene autoridad para tomar decisiones de gasto. El DOGE no tiene autoridad para cerrar programas o ignorar la ley federal. No se puede permitir la conducta del DOGE. El Congreso debe tomar medidas para restablecer el Estado de derecho”, tuiteó Schumer, líder demócrata del Senado.
La Constitución otorga al Congreso la competencia sobre la creación y desaparición de departamentos y agencias federales. La estrategia de Trump es vaciarlos desde dentro, como con USAID y la CFPB. Trump prometió en campaña eliminar también el Departamento de Educación. Es lo que espera que haga Linda McMahon, nombrada secretaria de Educación. “Le dije a Linda: ‘Linda, espero que hagas un gran trabajo en quedarte sin trabajo’. Quiero que se quede sin trabajo”, afirmó Trump este martes en la Casa Blanca.
El viernes le preguntaron a Trump si le había dicho a Elon Musk si había alguna agencia que no debía tocar: “Bueno, no hemos hablado mucho de eso. Supongo que se podría decir que es algo de alta inteligencia o algo así. Y yo mismo lo haré si es necesario”, contestó.
Mientras, Marko Elez, el colaborador racista de Elon Musk, se prepara para volver al DOGE. “Lo recuperaremos. Errar es humano, perdonar es divino”, tuiteó el multimillonario en respuesta a otro mensaje del vicepresidente, J. D. Vance, que escribió: “Obviamente, no estoy de acuerdo con algunas de las publicaciones de Elez, pero no creo que una estúpida actividad en las redes sociales deba arruinar la vida de un chico. No debemos recompensar a los periodistas que intentan destruir a la gente. Nunca. Así que digo que lo traigan de vuelta”.
A Trump le preguntaron por el caso el viernes en la rueda de prensa. “No sé nada de eso en particular, pero si el vicepresidente dijo eso… ¿Lo dijiste?”, le preguntó a Vance, que estaba allí presente y asintió. “Estoy con el vicepresidente”, remató Trump.
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Source: elpais.com