La fiscal del ‘caso Rubiales’, en su alegato final: “¿Acaso Hermoso no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo?”

La acusación pública ha recalcado que Hermoso ha mantenido un relato “coherente”, “verosímil”, “rotundo” y “claro” desde que estalló el escándalo. Según la fiscal, incluso durante su interrogatorio en el juicio, la futbolista “ni siquiera dramatizó la situación”. También ha explicado que, en unas declaraciones en la radio a los pocos minutos del beso, trató de quitarle hierro al asunto para que no se desviara el foco mediático de la victoria de la sección. “Fue un beso no consentido. No hay género de duda”, ha subrayado Durántez. “Existe una coherencia total entre los hechos narrados por ella y su comportamiento. Y está rodeado de corroboraciones”, como las declaraciones de los testigos. Entre ellos, su hermano, sus amigos, sus compañeras y varios trabajadores y altos cargos de la RFEF como Rafael del Amo, exvicepresidente del organismo.

“En ningún momento dijo que consentía el beso”, ha proseguido la fiscal. Esta ha recordado que su hermano y un amigo contaron que, en el mismo césped del estadio Olímpico de Sídney (Australia) que acogió la final, la futbolista ya les había comentado que el beso le había dado “asco”. Y que ella también les confesó a sus compañeras su malestar en el mismo autobús que les llevó del complejo deportivo al aeropuerto: “Desde un primer momento, muestra ya un estado de sorpresa o shock. Inmediatamente tiene la necesidad de contarlo”. “No hay una duda razonable que contradiga a la víctima y a los otros testigos que han declarado”, ha seguido. Frente a ello, Durántez ha puesto en duda la versión de Rubiales, el “superior” de la jugadora, que afirmó el martes que preguntó a Hermoso si le podía dar “un besito” y que ella le respondió que sí —un extremo que la deportista niega—.

La fiscal ha cargado, paralelamente, contra los tras el beso. “Estamos en 2025 y, como fiscal, aún me produce cierto rechazo —sobre todo, con la ley que tenemos y la jurisprudencia— tener que estar preguntando a una víctima de una agresión sexual por qué se reía, por qué lo celebró, por qué bebía champán, por qué comía… ¿Hasta cuándo vamos a estar exigiendo a la víctima de una agresión sexual un comportamiento heroico? ¿Acaso ella no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo de tal entidad?”.

📹 Vídeo | La fiscal Marta Durántez ha incidido en que Jenni Hermoso “nunca consintió” el beso que le propinó Rubiales y que a la víctima no se le puede restar credibilidad: “¿Acaso ella no tenía derecho a celebrar un triunfo deportivo de tal entidad?” pic.twitter.com/WEgdnJqVQN

Pero la fiscal le ha restado toda credibilidad: “Es una pericia manipulada y ad hoc, sin intervención judicial”. Y ha añadido que, en el “hipotético” caso de que el exmandatario dijera eso, Hermoso insiste en que nunca lo escuchó y nunca le contestó. “Es más, si a mí me dicen ‘¿te puedo dar un besito?’, a no ser que sea tu pareja, lo menos que pienso es que vaya a ser en la boca”, ha proseguido Durántez: “Porque un beso en los labios es un acto claramente íntimo, incluso más que algunos tocamientos”.

“La humillación y la indignación para la víctima es mayor cuando, encima, ese acto lo tiene que presenciar el mundo entero”, ha continuado la fiscal: “Porque se produjo públicamente. Es que lo vio, no toda España, lo vio todo el mundo”. Según su narración, a partir de entonces, se desencadenó además una avalancha de coacciones para tratar de forzar a Hermoso para que justificara al presidente: “Lo que hace aun más gravosa y antijurídica la conducta del beso”. “¿Qué hubiera sido más fácil para ella? ¿Ceder?”, se ha cuestionado. “Le hubiera ido mejor. Pero existen determinados principios que algunas personas sí tienen: que son dignidad, valores, valentía y defender la verdad de lo que pasó”, ha añadido.

“Estamos ante una simple jugadora (no lo digo en un sentido peyorativo para ella) enfrentada contra toda una federación de fútbol, con todo un poder… Y a un presidente que no es que mandara mucho, es que mandaba todo”, ha argumentado la representante del ministerio público. De hecho, según su versión, la cúpula de la RFEF se puso al servicio de Rubiales para salvarlo: entre ellos, Jorge Vilda, entonces entrenador del equipo femenino; Albert Luque, director de la selección masculina; y Rubén Rivera, responsable de marketing de la RFEF —los tres están acusados en este juicio de coacciones y se enfrentan a una solicitud de pena de un año y medio de cárcel—. “Si él caía, caían los demás”, ha agregado: “Aprovechándose [Rubiales] de su poder absoluto y omnímodo, y de que podía quitar y poner [a cualquiera], se aplicó una auténtica omertá. Allí nadie podía contradecir, allí se ponía y se decía lo que el señor Rubiales quería”.

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