Los líderes europeos intentaron aprovechar la Conferencia de Seguridad de Múnich para contener los daños del abrupto viraje de Donald Trump y su Administración sobre la guerra de Ucrania. El esfuerzo de contención se desplegó en varios sentidos, desde una manifestación de apoyo político de líderes de la UE al presidente ucranio, Volodímir Zelenski, hasta múltiples contactos con la delegación estadounidense para intentar persuadir acerca de los riesgos de ciertos planteamientos y anunciar cambios de política fiscal en la UE para respaldar una mayor inversión en defensa.
El establecimiento de , sin incluir adecuadamente a Kiev y las capitales europeas, y las declaraciones del nuevo jefe del Pentágono —que dio por concedidas antes de empezar a hablar pérdidas territoriales de Ucrania y la negativa a su entrada en la OTAN— fueron un terremoto cuyos temblores causaron auténtica inquietud entre los delegados de la tradicional cita bávara, a la cual acude gran cantidad de jefes de Estado y Gobierno, ministros de Exteriores y Defensa, diplomáticos, militares, y expertos del sector.
El asunto toca la fibra esencial de la respuesta europea al viraje de Trump: será necesario un incremento del gasto para compensar lo que se perfila como una cada vez más inevitable retirada de Estados Unidos, tanto del apoyo directo a Ucrania en su defensa como del compromiso con la seguridad de Europa en general. Desde Varsovia, donde se encontraba de visita, lo dejó meridianamente claro el secretario de Defensa de EE UU, Pete Hegseth: “Ahora es el momento de invertir [en defensa] porque no podéis asumir que la presencia americana durará siempre”.
Von der Leyen y el presidente del Consejo Europeo, António Costa, se reunieron con Zelenski en Múnich, escenificando así la persistente voluntad de apoyo europeo a Kiev. El objetivo inmediato de ese apoyo es permitirle negociar la paz desde una posición de fuerza, lo que con toda probabilidad implicará un abrupto aumento del esfuerzo a la vista de las posiciones trumpistas. El ministro de Defensa de Alemania, Boris Pistorius, dijo abiertamente que las aparentes concesiones hechas por Washington a Rusia antes de empezar una negociación formal son un “error”.
El mandatario ucranio afirmó, por su parte, que solo se reunirá con Putin cuando haya un plan de paz compartido entre Ucrania, EE UU y la UE. Sostuvo que la guerra acercó en los años pasados a los dos lados del Atlántico y que no debería perderse ese activo. Señaló además que un eventual plan de paz que no contemple como garantía la entrada de Ucrania en la OTAN requeriría redoblar los efectivos del ejército del país invadido hasta 1,5 millones de soldados.
Ese es el segundo plano del esfuerzo que, según apunta Washington, deberá sostener Europa. Si lo primero es apoyar a Kiev para que pueda negociar una paz que no sea una capitulación, lo segundo será proveer en medida muy amplia —o tal vez incluso total— el respaldo y las garantías de seguridad necesarios para mantener un eventual alto el fuego. Mientras, los europeos tendrán que pelear incluso para tan solo tener voz en las negociaciones que atañen a la seguridad del continente.
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Source: elpais.com