El Barçagate fue el principio del fin del mandato de Josep Maria Bartomeu como presidente del Barça, pero, cinco años después, el caso sigue en fase de instrucción en los juzgados. Y dicen que, si es lenta, la justicia deja de ser justa.
La gestión comunicativa del club en el Barçagate fue chapucera y acabó engullendo a Bartomeu porque intentaron negar algo que podíamos demostrar. Escondieron, manipularon información y falsearon una auditoría para protegerse. Seis directivos del Barça dimitieron pocos días después de conocerse la noticia, un grupo de socios denunció el caso ante la justicia y la policía abrió una investigación por presunta administración desleal y corrupción entre particulares. Ocho meses después, Bartomeu dimitió como presidente. Estábamos en plena pandemia de covid-19 y Messi había pedido marcharse después de perder por dos goles a ocho contra el Bayern de Múnich en la Liga de Campeones.
Pero han pasado cinco años y la investigación judicial sigue abierta. El caso continúa en fase de instrucción y todavía no ha declarado ninguno de los investigados. Es incomprensible tanta demora básicamente porque, y aquí va el trabalenguas, todo lo que podía saberse se sabe ya y si hay algo que no se haya sabido, ya no se sabrá nunca. Hay cierta dejadez judicial con este caso. Según la policía, Josep Maria Bartomeu fue el cerebro del Barçagate; Jaume Masferrer, el brazo ejecutor; Óscar Grau, fue el tonto útil; y Román Gómez Ponti, el colaborador necesario. Pero ninguno ha declarado y, por tanto, ni ha podido defenderse ni hemos podido comprobar hasta qué punto se implican o disculpan unos a otros. Eran presidente, asesor de comunicación, director general y jefe jurídico del Barça en aquella época y siguen siendo los cuatro investigados de una causa donde también aparece Carlos Ibáñez, el jefe de I3 Ventures, que antes de colaborar con el Barça había trabajado para Sociedad Civil Catalana.
Más allá de la causa penal, el Barçagate reveló una gestión negligente y éticamente reprobable, el ejemplo de una mala manera de gobernar. Destaparlo fue como el cuento del niño que grita que el emperador va desnudo. Pero cinco años después, las redes sociales siguen mostrando las mismas trincheras e idénticas sospechas. El mismo circo, distintos artistas. El Barça ha sido, es y, posiblemente siempre será, víctima de sus propias guerras intestinas. Un club muy grande con un entorno muy pequeño donde todos quieren controlar el relato y muchos siguen demasiado pendientes de las redes sociales. Sean ellos o sus más estrechos colaboradores, sea de uno u otro modo, siempre estamos igual.
Sique Rodríguez es director del ‘Què t’hi jugues!’ de SER Catalunya y de ‘El Bar’
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Source: elpais.com