Un aire triunfal soplaba este jueves por la mañana en la jornada inaugural de la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC son sus siglas en inglés). Se celebra cada febrero en un centro de convenciones National Harbor (Maryland), al sur de Washington, pero esta vez, justo cuando se cumplía un mes de la consumación de una revancha con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, la satisfacción y la euforia eran palpables entre los asistentes a un cónclave que solía ser una reunión de intercambio de ideas del Partido Republicano, pero hace años que vive secuestrado por una sola: la idea del trumpismo. Esta edición, entre cuyos oradores ya no queda rastro de la vieja guardia de la formación, también está sirviendo para evidenciar el fortalecimiento de los nexos transatlánticos del movimiento MAGA (Make America Great Again) con los partidos de la ultraderecha europea.
Algunos de sus más destacados miembros están en Washington. Este jueves, intervinieron desde el enorme escenario de la CPAC, adornado con los colores blanco, rojo y azul y las banderas estadounidenses, ; Nigel Farage, la cara más visible del nacionalpopulismo pro-Brexit; Balázs Orbán, en representación del Gobierno de Víktor Orbán en Hungría; y el ex primer ministro polaco Mateusz Morawiecki, del partido Ley y Justicia (PiS). Hasta el sábado, día en el que se espera la intervención de Trump, también hablarán Jordan Bardella, presidente de Reagrupamiento Nacional y joven promesa ultra francesa, los primeros ministros Robert Fico (Eslovaquia) y Hristijan Mickoski (Macedonia del Norte), y la italiana Georgia Meloni, que está previsto que lo haga por videoconferencia.
El presidente argentino, Javier Milei, también está citado el sábado, aunque hizo una aparición sorpresa este jueves, cuando fue el turno de hablar, también por sorpresa, de Elon Musk, el hombre más rico del mundo y más reciente y poderoso aliado de Trump. Milei irrumpió en el escenario con un “regalo” para Musk: una motosierra, que este la enarboló exclamando que era la “motosierra de la burocracia”. El dueño de Tesla está embarcado, al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), en la tarea de adelgazar la Administración estadounidense, cuyas primeras víctimas han sido las decenas de miles de funcionarios que ya han perdido su trabajo.
Más allá de ese golpe en busca de la atención viral, que Musk defendió como la demostración de que con Trump ha regresado la capacidad para hacer humor, la primera jornada de la CPAC se caracterizó por el insólito protagonismo de Europa, y los llamamientos lanzados desde su escenario a hacer grande (como Trump promete hacer con América) el Viejo Continente, Hungría, Reino Unido o la civilización occidental. Tuvo mucho ver en eso el cataclismo provocado entre los aliados de Washington por el discurso que el vicepresidente, J. D. Vance, dio la semana pasada en la conferencia de seguridad de Múnich. También los planes del trumpismo de internacionalizar la revolución conservadora con la que aspiran a cambiar el rostro de Estados Unidos tras reconquistar el Despacho Oval.
El cónclave conservador también ha brindado el espacio ideal para que esas formaciones, en algunos casos minoritarias en sus países, establezcan valiosos lazos con los republicanos de Trump, desplazando a partidos de la derecha tradicional como sus interlocutores. Sirva de ejemplo de esa mutación, que es también la del conservadurismo estadounidense, el caso del Partido Popular español, que pasó de presumir de una relación especial en tiempos de José María Aznar con la Casa Blanca de George W. Bush, a cumplir una condena por irrelevancia en la segunda era de Trump.
El político español no hizo referencia a las palabras de Trump de estos días sobre el presidente ucranio Volodímir Zelenski, al que llamó “dictador”, horas después de asegurar que la guerra provocada por la invasión rusa de su país en febrero de 2022 la empezó Ucrania. En un post en X, Abascal sí escribió ―antes de intervenir en la CPAC, y en respuesta a otro mensaje del líder del PP, Alberto Núñez Feijoó― que “la guerra de Ucrania la empezó [el presidente ruso Vladímir] Putin”, para, a continuación culpar a “populares y socialistas” de, entre otras acusaciones, darle medios para hacerlo, y de “dejar a Europa desarmada, débil y además arruinada”. “¿Y ahora el PP se va [a] alinear otra vez con Sánchez para culpar al presidente Trump de vuestra necedad e irresponsabilidad de décadas?”, concluía el mensaje.
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Source: elpais.com