Ucrania busca reconducir la relación con Trump para salvar la ayuda de Estados Unidos

La debacle del viernes en el Despacho Oval ha abierto una crisis que está lejos de cerrarse. Ucrania intenta rescatar la relación con Estados Unidos, muy dañada, mientras la Administración de Donald Trump mantiene la presión, aún indignada por lo que considera que fue una actitud petulante de Volodímir Zelenski por intentar corregir las opiniones prorrusas del republicano y de su vicepresidente, J. D. Vance. Es una apuesta a todo o nada. En su reprimenda al ucranio, el viernes, el presidente de Estados Unidos lo dejó claro: o Kiev acepta un alto el fuego —equivalente, en estas condiciones, a una rendición— o tendrá que “luchar sola” y arriesgarse a desaparecer como país. Los dos saben que la ayuda que pueda llegar de Europa no basta.

Ante la necesidad de restablecer los lazos, la presión sobre Zelenski crece. También desde sus socios. El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, le ha pedido que tenga en cuenta el apoyo prestado por Washington. “He hablado por teléfono dos veces con Zelenski y le he dicho que tenemos que seguir juntos para alcanzar una paz duradera. (…) Le he dicho que tenemos que respetar lo que Trump ha hecho hasta ahora por Ucrania”.

“Para nosotros es crítico tener el apoyo del presidente Trump”, manifestó este sábado el líder ucranio en un comunicado. “Él quiere terminar la guerra, pero nadie quiere más la paz que nosotros: somos nosotros los que la vivimos; es una batalla por nuestra libertad, por nuestra supervivencia”. Y volvió a deshacerse en agradecimientos por la asistencia prestada por el país norteamericano.

En el caso del choque entre el republicano y el líder del país invadido hay otras agravantes. La antipatía de Trump y de Vance hacia Zelenski es cuestión de piel. Ambos perciben al ucranio como un peso ligero, un antiguo humorista que ha embaucado a Estados Unidos, que se puso del lado de la Administración demócrata de Joe Biden —uno de los reproches que le lanzó en el Despacho Oval— y que no tiene ninguna posibilidad de ganar la guerra. Es un factor considerable en contra de Zelenski: en su segundo mandato, el republicano se siente todopoderoso y no tiene ningún reparo en vengarse de aquellos que cree en su contra o a favor de su antiguo rival político.

Tampoco ayuda que el desdén sea, hasta cierto punto, correspondido. El ucranio considera que Trump vive en una “burbuja de desinformación” de propaganda rusa, y teme que le vaya a hacer perder la guerra.

Justo tras finalizar la bronca, la delegación ucrania esperaba proseguir con las reuniones previstas. El presidente quería detallar a Trump por qué necesita que haya un alto el fuego, pero con unas garantías de defensa futuras comprometidas por parte de Washington. Algo a lo que el mandatario estadounidense se niega, al menos por ahora.

No solo eso: el equipo de Zelenski estaba dispuesto a firmar el acuerdo de cooperación económica que estaba previsto ratificar ese día y por el que Ucrania cedería el 50% de los futuros ingresos de sus recursos naturales, sobre todo minerales estratégicos. Pese a esta predisposición a mantener el diálogo, fueron conminados a irse de la Casa Blanca.

Zelenski ha insistido este sábado en que el pacto de los minerales sigue sobre la mesa, un mensaje de buena voluntad pese a que ha sido una imposición que ha tenido que aceptar en tan solo dos semanas de negociaciones y tras recibir insultos periódicos por parte de Trump.

Razumkov, que actualmente encabeza un grupo interparlamentario llamado Política Inteligente, en el que hay una mayoría de diputados de Servidor del Pueblo, el partido de Zelenski, subraya que hay que encontrar alternativas: “Tenemos que poner en marcha opciones diferentes de trabajo, una salida a la crisis sin hablar de las relaciones de dos políticos, sino de dos Estados”. Su idea es que sea una unión de partidos en la Rada la que tome el protagonismo en las negociaciones con Estados Unidos: “Hay otras salidas que no deben basarse en personas, sino en países y en el futuro”.

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