China se desmarca de Trump y refuerza su compromiso con la transición ecológica

Mientras Donald Trump dinamita las políticas climáticas y energéticas de Estados Unidos, China refuerza su apuesta por la transición verde con nuevas iniciativas y más inversión. El miércoles, el primer ministro chino, Li Qiang, aseguró frente al legislativo que la segunda economía del planeta desarrollará en 2025 “proyectos de respuesta al cambio climático” y “asumirá un papel activo en la gobernanza global del medio ambiente”. Ante el impredecible inquilino de la Casa Blanca, Pekín mantiene inalteradas su hoja de ruta y su estrategia a largo plazo. Pese a que la República Popular sigue siendo el mayor emisor de dióxido de carbono (CO₂) del planeta en términos absolutos —que no per cápita—, “continuar con las mejoras ambientales” es una de las prioridades que se ha fijado el Gobierno para este calendario. La lucha contra la crisis climática es, de hecho, uno de los principales puntos de cooperación con la Unión Europea, y el repliegue de Washington consolida el rol protagónico chino en este frente.

Li prometió durante la inauguración de la sesión plenaria de la Asamblea Nacional Popular que su país trabajará este año “activamente y con sensatez” para alcanzar el pico de emisiones y la neutralidad de carbono, metas que el gigante asiático se ha marcado para los años 2030 y 2060, respectivamente. La organización Carbon Brief calcula que las emisiones acumuladas de CO₂ de China ya han superado las del conjunto de la UE. Para lograr ese objetivo de neutralidad (llegar a emitir solo lo que puede ser absorbido con bosques y otros sumideros), Pekín debería empezar por reducir los niveles actuales de gases de efecto invernadero en al menos un 30% para 2035, según calcula Asia Society Policy Group.

La CNDR también afirma que impulsará el establecimiento de un marco para controlar “la cantidad total y la intensidad las emisiones” e implementará métodos para evaluar “la gestión de la huella de carbono”. Huw Slater, especialista en clima y energía de la organización ClientEarth, considera muy positivo que China dé pasos en este sentido. “Ya se había mencionado anteriormente, pero parece que el Consejo de Estado lo convertirá en una prioridad para 2025″, valora. “Tendrá implicaciones sustanciales para la trayectoria de las emisiones una vez se alcance el pico, y ayudará a proporcionar dirección y claridad tanto a los responsables políticos locales como al sector privado”, añade.

Entre otras iniciativas anunciadas por la CNDR figuran la construcción de nuevos parques eólicos marinos y de “bases de nuevas energías” en sus vastas áreas desérticas. También promoverá proyectos piloto para modernizar las plantas de carbón con bajas emisiones de carbono; regulará “aún más” la gestión de la integración en la red de nuevos tipos de almacenamiento de energía y perfeccionará los sistemas de distribución de la electricidad generada.

En 2024, la nueva capacidad instalada de energía eólica y solar en China alcanzó los 360.000 megavatios, más del 82% del total de la capacidad energética creada. Esto permitió que la capacidad total acumulada de estas energías renovables superase ya 1,4 millones de megavatios, cumpliendo con el objetivo previsto para este sector con seis años de antelación.

Pero a pesar de su gran apuesta por las energías limpias, el país continúa siendo altamente dependiente del carbón, que genera casi el 60% de electricidad. Y esta tendencia no parece que vaya a cambiar en el futuro inmediato, ya que el informe de la CNDR señala que continuará aumentando su producción y suministro en 2025.

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