El enviado especial de Estados Unidos para Ucrania, Keith Kellogg, comparaba al país invadido con una acémila testaruda el jueves pasado. La suspensión estadounidense de su ayuda militar y de inteligencia es “como pegarle a una mula con un palo en el hocico”, explicaba en una charla en el centro de análisis Consejo de Relaciones Exteriores, en Washington. “Hemos captado su atención”, opinaba el general retirado, según el cual Kiev se había “ganado” ese castigo.
Sobre todo, en esta reunión, EE UU tendrá que poner sobre la mesa qué tipo de paz en Ucrania es la que quiere. Dejar claro si desea una solución rápida y a toda costa, en la que Kiev deba ceder en todo y el Kremlin en nada: pérdida de territorios, renuncia definitiva a la integración ucrania en la OTAN, dimisión de un Zelenski al que el republicano detesta personalmente, y escasa o nula protección ante una posible repetición de la agresión rusa una vez Moscú haya repuesto fuerzas. Es algo que los aliados no consideran descartable, visto y su admisión, el viernes pasado, de que le es más fácil entenderse con Rusia que con el supuesto aliado. Este domingo, en una entrevista emitida en el canal de televisión Fox Business, el republicano arrojaba un nuevo jarro de agua fría a las expectativas de Kiev: “Ucrania podría no sobrevivir, de todos modos”.
También pudiera ser que Trump tenga en mente algo más equilibrado, que no suponga una capitulación incondicional de Ucrania y tire a la basura los sacrificios de tres años de guerra. El presidente estadounidense asegura que no está del lado ruso, pero tampoco del ucranio. El viernes sorprendía al lanzar por redes sociales una amenaza de nuevas sanciones “de gran calado” y aranceles contra Rusia si este país no accede a sentarse a la mesa de negociaciones. Era su primer mensaje crítico hacia Moscú en público desde que el mes pasado habló por teléfono con el líder ruso, Vladímir Putin, en una conversación que abrió el principio del proceso de deshielo entre los dos gobiernos y empezó a mover las ruedas para una negociación de paz en Ucrania. Pero tras la grandilocuencia de su enunciado, la amenaza era bastante relativa: Moscú ya es objeto de sanciones y el intercambio comercial entre los dos países es minúsculo.
Puesto entre la espada y la pared, el Zelenski que el mes pasado se negaba a firmar el acuerdo económico
La muestra de la amenaza rusa y de su falta de predisposición hacia la paz, ha enfatizado el jefe de Estado ucranio, son los intensos bombardeos periódicos que ha sufrido su país en la última semana, en los que el invasor ha disparado contra territorio ucranio 80 misiles de largo alcance, 1.200 bombas aéreas guiadas y 870 drones bomba de largo alcance.
Desde que Trump ha incrementado la presión sobre Zelenski, acusándole de sabotear un potencial acuerdo de paz —a diferencia de Vladímir Putin, que sí lo desea, según el presidente estadounidense—, el mandatario ucranio no pierde oportunidad para recalcar que sí quiere negociar el final de la guerra. Incluso afirmó la pasada semana que el proceso de paz debe ser “bajo el fuerte liderazgo del presidente Trump”.
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Source: elpais.com