“Elon Musk es ahora una persona nociva para la sociedad, si pudiera vendería el coche”, dice Álvaro Gutiérrez, informático alicantino, sobre su Tesla Model 3. Como él, algunos usuarios de Tesla en España empiezan a alzar la voz contra la deriva del fundador de la marca por sus saludos nazis, por su apoyo al populista Donald Trump, así como a la ultraderecha: hay quien pone pegatinas contra Musk en su vehículo, mientras otros se avergüenzan de conducirlo. Están descolocados, porque hasta hace unos meses, tener un Tesla —un automóvil eléctrico puntero— se asociaba a una cierta conciencia ambiental. No es algo generalizado: muchos otros se dicen vacunados contra esa polémica. La empresa declina hacer comentarios.
En general, la venta de eléctricos crece en 2025 mientras los Tesla bajan: un 44% en dos meses en España ——, casi un 50% en Noruega y Dinamarca, y hasta un 80% en Alemania, donde el magnate refrendó al partido neonazi Alternativa para Alemania (AfD). Hoffmann opina: “Está claro que algo de efecto tiene, aunque hay más factores: ha presentado un nuevo Model Y, pero ha estado dos meses casi sin entregas. Y luego la bajada es distinta en EEUU (75%), donde se está alejando de sus clientes demócratas; en Europa (50%), donde se está metiendo en política en algunos países; y en China (49%), donde se está quedando atrás frente a modelos chinos”. Trump convirtió esta semana la Casa Blanca en un concesionario de Tesla en apoyo a su estrecho colaborador.
El debate está abierto. “Abrir camino, como hizo este coche, siempre es complicado. Al principio se nos señalaba como pijos y ahora quizá la imagen esté cambiando. Pero estamos vacunados contra las polémicas”, dice Aland Bru, fundador del Club Tesla, que aglutina a 3.000 propietarios. Por lo que le comentan, “no parece que hayan llegado aquí las pintadas o ataques contra los coches”. Una portavoz de Tesla lo confirma: “Por el momento, ninguna tienda de Tesla en España se ha visto afectada”.
Luis Valdés, divulgador sobre eléctricos, alerta: “En Alemania y Francia empieza a haber mucho vandalismo contra estos coches. Si llegara a España sería un problema, porque puede aumentar el precio de los seguros para esta marca”. Y añade: “Aunque en España todavía no está pasando, en Alemania, EE UU y Reino Unido el precio de los Tesla de segunda mano se ha desplomado”.
Otra pegatina se ve en el coche de Ramon Noguera, profesor en un pueblo de Girona. “El coche sigue funcionando perfectamente, de hecho yo le he hecho 90.000 kilómetros por toda Europa y jamás me ha dado un problema. Pero me molesta que Musk esté fomentando a la ultraderecha. No lo puedo vender en estos momentos por la economía familiar, por eso he puesto una pegatina disculpándome por tenerlo”.
Juan Carlos Peña no se plantea venderlo, pero sí que siente “menos orgullo que antes” por su Model 3: “No me compré el coche por Musk y no lo voy a vender por lo que él diga. Estoy encantadísimo con el coche, pero sí que tengo menos orgullo del que solía mostrar. Antes se consideraba un coche de pijos-progres o verdes ricos y ahora parece que es un coche nazi. Eso me tiene descolocado”.
Las declaraciones de Musk han generado protestas en diferentes países frente a tiendas de Tesla. En Nueva York, hace unos días, cientos de manifestantes ocuparon un concesionario de la marca y se enfrentaron a la policía. Algunos supercargadores de los Estados de Colorado y Massachusetts han sido incendiados. En Alemania, un grupo crítico proyectó un vídeo con el saludo nazi del líder en la fachada de la factoría de Tesla en Berlín. En Francia, un grupo anarquista reivindicó un ataque a un concesionario cerca de Toulouse en el que ardieron nueve vehículos. Las protestas han sido en su mayoría pacíficas, pero ha habido episodios violentos y al menos media docena de arrestos. También ha habido ataques a algunos automóviles particulares, mientras en Reino Unido proliferan las campañas de guerrilla urbana contra su líder.
En Reino Unido, uno de los pocos países donde las ventas de Tesla no caen (han crecido un 20% este año), hay numerosas acciones de guerrilla urbana contra el polémico líder. Es algo muy común que los vagones del metro londinense se llenen de vez en cuando de carteles de protesta camuflados como anuncios comerciales, en los espacios reservados en las paredes para publicidad. Los mensajes anti-Elon Musk que han aparecido en las últimas semanas no han pasado inadvertidos.
First stop of the day for Overthrow Musk. Down the road from Tesla Tottenham showroom. #TeslaBoycott pic.twitter.com/wcqRILQIeK
La imagen del empresario apretando los dientes y realizando el saludo nazi, a la vista de todo el mundo, durante unos de los actos que celebraban el comienzo de mandato de Donald Trump el 20 de enero, ha dado mucho juego para los actos de guerrilla urbana contra el propietario de Tesla. “Elon´s Musk. Parfum de 1939. Pour Wankers” (Elon de Musk. Perfume de 1939. Para imbéciles), dice otro cartel en el que aparece un frasco de perfume con la esvástica nazi y, de nuevo, el empresario y su saludo. Musk es almizcle en inglés, una sustancia muy común en la industria perfumera.
Los activistas que hay detrás de esta campaña bautizada como Everyone Hates Elon (Todo el mundo odia a Elon) se hacen llamar People Vs. Elon (El pueblo contra Elon), y llevan recaudadas más de 31.000 libras (casi 37.000 euros) a través de la página web Gofundme. Su objetivo es llegar a los 60.000 euros. “No podemos permitir que el hombre más rico del mundo envenene nuestra política. Mientras nuestras enfermeras no llegan a fin de mes, la fortuna [de Musk] creció solo el año pasado en unos 200.000 millones de dólares”, dicen en su manifiesto.
La primera acción del grupo fue colocar un enorme cartel, en una marquesina londinense de autobús, en la que Musk, de pie sobre un Tesla blanco con el techo descubierto, similar a un Papamovil, de nuevo saludaba con el gesto fascista. “Acelera de 0 a 1939 en tres segundos”, dice el anuncio, en referencia al año en que Hitler desató la Segunda Guerra Mundial. “Tesla. The Swasticar” (Tesla. El coche esvástica), remata el cartel, con un juego de palabras.
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Source: elpais.com