El Barça remata al Atlético con crueldad

Se descorcharon ambos equipos en su ley. El Atlético enseñando que le tiene cogido el aire a la trampa del fuera de juego con cambios de orientación. El Barça nucleándose alrededor de Pedri, con Olmo amenazante en la mediapunta y Lamine cintureando a Reinildo. Puede que sea Olmo el mejor jugador que tira paredes y ve y resuelve el juego en el lugar más complicado, la frontal del área. Allí le dibujó un pase a Lamine que le citó con Oblak. El exceso de rosca dirigió la pelota a un palmo del poste.

Un aviso madrugador. El último en mucho tiempo. Se encasquilló el Barça ante otra gran versión del Atlético de cómo cerrar espacios por dentro y por fuera. Una cancela sofisticada y gremial que acaba por narcotizar a sus rivales. La paciencia para buscar rendijas termina por derivar en una infinidad de toques de paso lento que hacen todavía más complejo desarbolar al Atlético. Todo un remedio para desactivar a Lamine, que Raphinha no existiera o que Pedri y Olmo no trascendieran por mucho que amasaran la pelota. Ya padeció algo similar el Madrid y lo vivió el Barça de Flick. El inane control de los azulgrana trataron de sacárselo de encima los rojiblancos con las solitarias aventuras de Julián Alvarez contra el mundo o las carreras a todo pulmón de Giuliano, Reinildo y Lino de las que el Atlético arañó unos cuantos saques de esquina. Oxígeno para no vivir sobre la cornisa de Oblak.

Enmarañado y pastoso, el Barça apenas registró un cabezazo de Lewandowski y otro disparo alto del polaco en el único despiste de la defensa rojiblanca antes de ser castigado por una jugada tan simple como vertical y dañina. Una patada larga de Oblak la peinó Reinildo y la corrió Griezmann al espacio con Koundé superado. El francés tiró de clase para ponerle la pelota a Giuliano, que generoso cedió a Julián Alvarez para que éste marcara a placer con Szczesny vencido. Una estocada dolorosa para el Barça porque asomaba el descanso. El conjunto de Flick se había empachado de pelota y tuvo que digerir que en solo cuatro toques el Atlético le desarmara.

El segundo tanto parecía una distancia insalvable, pero el fútbol es caprichoso. No pudo el Barça hacer daño con el toque y lo hizo con centros al área. Lewandowski cazó uno, se revolvió y batió a Oblak. Ferran Torres cabeceó otro y Lamine embocó un disparo lejano que entró tras tocar en Reinildo. Ferran Torres terminó por rematar a un Atlético que cierra una semana cruel.

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