Los dos últimos casos han quedado reducidos a la categoría de anécdota, poco más que una nota a pie de página en el tumultuoso arranque de la segunda presidencia de Trump. Pero el que se refiere al estudiante Mahmud Khalil, residente legal en EE UU que sigue detenido a la espera de que se decida si procede su deportación, es explosivo: una detención política en la que se mezclan derechos fundamentales (la libertad de expresión, protegida por la Constitución); su condición de extranjero en plena ofensiva contra la inmigración, y, como agravante, la cruzada de Trump contra el antisemitismo. Todo ello ha convertido a Khalil y quienes corran su suerte, en objetivo por su triple condición de palestino, activista y extranjero.
Una segunda estudiante palestina fue detenida este viernes en Columbia por su visado caducado, y una tercera, de nacionalidad india, decidió deportarse tras ver revocado el suyo, mientras el Departamento de Justicia investiga si las protestas estudiantiles en ese campus contra la guerra de Gaza violaron las leyes federales sobre terrorismo, anunció el viernes el fiscal general adjunto, Todd Blanche.
Lejos de alcanzar sus propósitos —silenciar toda manifestación propalestina en los campus, cerrados a cal y canto desde la masiva movilización del año pasado—, la detención de Khalil ha desatado la caja de los truenos. Sentadas, concentraciones, protestas espontáneas u organizadas, muchas de ellas convocadas por grupos judíos progresistas, han devuelto a la calle a muchos de los manifestantes supuestamente neutralizados hace un año. El jueves un centenar de personas fueron arrestadas en el interior de la Torre Trump, donde protestaban convocadas por un grupo judío. El pequeño cisma que el caso ha causado en la importante comunidad judía estadounidense es evidente, un punzante desequilibrio entre su apoyo a Israel o su compromiso con las libertades civiles.
“Columbia es una universidad privada, y la Primera Enmienda solo nos protege de la censura del Gobierno, no de la censura de entidades privadas. Pero, no obstante, esto está realmente diseñado, en mi opinión, para enviar el mensaje alto y claro a los estudiantes que quieren protestar en apoyo de Palestina o en apoyo de Hamás, o lo que sea, de que ese tipo de discurso no va a ser tolerado bajo la Administración de Trump. Así que [la detención de Khalil] tiene lo que llamaríamos un efecto amedrentador. Y con eso quiero decir que conducirá a la autocensura”, considera Jay Clavert, profesor de Derecho de la Universidad de Florida.
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Source: elpais.com