Marc Cucurella: “Cuanto más hablas con el entrenador, peor”

Marc Cucurella (Barcelona; 26 años) aparece sonriente en la zona de prensa de la Ciudad de Fútbol de Las Rozas y acepta conversar con EL PAÍS en un lugar más tranquilo. De hecho, cuando Fabián se acerca en modo broma, el defensa del Chelsea criado en la cantera del Barça le pide con tacto que no lo desconcentre. Cuenta con una manera de hacer, pero sobre todo de ser, que cautiva. Se suelta a hablar y no se esconde, solo apela a los lugares comunes en preguntas en los que los futbolistas temen romper algunas de las normas no escritas del vestuario. Titular en el Chelsea de Maresca y uno de los pilares de Luis de la Fuente en la España que levantó la Eurocopa en Alemania y que este jueves disputará frente a Países Bajos (20.45, La 1) la ida de los cuartos de final de la Nations Legue por un lugar en la Final Four.

Pregunta. Cuando volvió al Chelsea después de ganar a Inglaterra en la final de la Eurocopa, ¿sintió que en el vestuario lo veían de otra manera?

Respuesta. Ganar la Euro es una cosa única, muy difícil de conseguir. Se puede decir que te respetan un poco más. Pero es que no se pueden pasar contigo… Siempre les puedes decir que tú eres campeón de Europa [ríe]. Lo bueno de ganar, de haber saboreado eso, es que tienes ganas de más. Te hace ser más ambicioso.

P. ¿Qué recuerda del momento de ganar la Eurocopa?

R. En TikTok me aparecen bastante los highlights de la final y siempre me quedo a verlos. Me gusta. Quizá ha sido la mejor experiencia de mi vida. Sabía que después de marcar el segundo gol [Oyarzabal, en el minuto 86], todavía quedaba tiempo. Y pensaba: “A ver si ahora nos marcan ellos y se nos queda cara de tontos…”. Lo salvamos bien, creo que lo tuvimos muy controlado. Pero tampoco, cuando terminó el partido, me di cuenta de lo que habíamos conseguido. En ese momento, llevábamos mucho tiempo juntos en la concentración. Recién cuando llegamos a Madrid nos empezamos a dar cuenta. Y, poco a poco, cuando pasa el tiempo, le das más valor.

P. Hace un año, en marzo de 2024, acababa de salir de una lesión, apenas había jugado y Luis de la Fuente le convocó para dos amistosos [Colombia y Brasil]. ¿Cómo recuerda aquella época?

R. Parece muy lejano, pero ha pasado todo muy rápido. Fueron unos meses un poco complicados, porque nunca me había pasado nada ni había tenido que estar fuera del campo por un tiempo largo. Pero estoy contento porque esa lesión me ayudó mucho. Aprendí mucho. Y posiblemente mucho de lo que he conseguido ha sido gracias a esos meses. Sé que si un día te da pereza ir al gimnasio, pero lo acabas haciendo, pues es bueno para ti. Esas pequeñas cosas me ayudaron a cambiar; no la mentalidad, pero sí la idea que tenía.

P. Se suele pensar que los canteranos del Barça y del Madrid crecen en un entorno bastante favorable. ¿Cuándo sintió el primer revés?

R. Creo que fue cuando estaba en el Barça B y me tocó hacer la pretemporada con el primer equipo: veía que no se contaba mucho conmigo y que iba a viajar como de relleno. Cuando me llamaron para ir a la gira, llegué a casa muy triste y decía: “No quiero ir, no voy a hacer nada, no me va a sumar…”. Tú estás ahí y lo hueles… Fue la primera vez que fue un poco más duro.

P. Fue a la gira, pero se iba a quedar en el Barça B y terminó saliendo el último día de mercado en el verano de 2018.

P. ¿Encajó con Mendilibar?

P. Entonces jugaba algo más arriba. ¿En qué le ayudó aquello a ser el jugador que es hoy?

P. ¿Qué importancia le da a Luis de la Fuente, con quien ya había jugado en la sub 21?

P. Dice que con Mendilibar no hablaba mucho, y tampoco con De la Fuente. ¿Con qué entrenador ha hablado?

R. Para mí, cuanto más hablas con el entrenador, peor. Si no hablas y las cosas van bien, significa que él me pide unas cosas y yo hago lo que él me pide. Y ya está. Pero si el entrenador te llama para hablar mucho es que algo no acaba de funcionar. Por ejemplo, cuando estuve en el Brighton, con Graham Potter, jugué todo y nunca hablábamos. Luego vino al Chelsea, no jugaba nada y todo el rato me llamaba para hablar. Ahí me di cuenta de que cuanto menos hables con el entrenador, mejor. Si te llama a su despacho y te empieza a decir cosas, mala señal.

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