“La era de los dividendos de la paz ha quedado atrás”, ha insistido esta semana la dirigente. Con el presupuesto que ha servido para construir cientos de miles de kilómetros de carreteras en Europa se pagarán obras para que esas infraestructuras aguanten el paso de tanques y otros vehículos militares. Es el signo de los tiempos. “Examinaremos todas nuestras políticas desde el punto de vista de la seguridad. Planificaremos escenarios que esperamos que nunca se produzcan, pero no podemos correr el riesgo de estar mal preparados”, advirtió la jefa del Ejecutivo comunitario cuando expuso en julio sus orientaciones políticas para este mandato ante el Parlamento Europeo. “Los riesgos son reales, las responsabilidades serias”, enfatizó. Desde entonces, todo se ha precipitado aún más.
La sensación de emergencia es permanente desde hace meses. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, con decisiones impulsivas y un serio desapego hacia las relaciones trasatlánticas, ha disparado aún más la incertidumbre. La Unión Europea busca garantizarse un sitio y asegurar su autonomía en un nuevo orden mundial en plena redefinición. “A no ser que demos forma a este orden —tanto en nuestra región como más allá— seremos receptores pasivos de este periodo de competición entre Estados, con todas las consecuencias negativas que podrían derivarse, incluyendo la posibilidad real de una guerra a gran escala. La historia no nos perdonará si no actuamos”, advierte el Libro blanco sobre la defensa europea, que se presentó este miércoles en Bruselas.
En la capital europea hay quien dice que parece que la Comisión se ha transformado en un Ministerio de Defensa. La geopolítica y la seguridad lo impregnan todo, como ha comprobado un grupo de periodistas de diarios españoles, entre ellos EL PAÍS, invitados por la Comisión a un viaje de estudio esta semana. Recuerda a crisis como la pandemia de la covid-19, pero la defensa y la seguridad tienen vocación de permanecer. No solo ante los peligros militares. La UE quiere también seguridad económica, climática, energética.
La agenda de estos días es elocuente: el libro blanco que define las amenazas a las que se enfrenta la UE, complementa ReARM Europe (rearmar Europa), el plan más ambicioso hasta ahora para reforzar a los ejércitos europeos y a la industria de la defensa, presentado hace dos semanas. La semana se cierra con la reunión del Consejo Europeo, con el apoyo a Ucrania y la defensa europea como puntos fuertes en la agenda.
La Comisión ve la seguridad y la prosperidad como dos caras de la misma moneda. En su discurso por los primeros 100 días de mandato, Von der Leyen dijo el pasado 9 de marzo que “el potencial económico e innovador de Europa es un activo para su seguridad. Y viceversa, los esfuerzos europeos en materia de defensa pueden dar un enorme impulso a un mercado único más competitivo a medio y largo plazo”. Los programas para fomentar la investigación, desarrollo y la innovación (I+D+i) buscan reducir la brecha tecnológica que lastra las capacidades geoestratégicas de la Unión. La innovación ha pasado a un primer plano en la política europea, después de años de decrecimiento de la productividad en comparación con Estados Unidos. Con el informe Draghi como guía que concita simpatías en el centro político europeo, el Ejecutivo europeo se fija como objetivo reducir las excesivas dependencias tecnológicas y en materias primas de Europa, y caminar hacia la autonomía estratégica europea.
El plan busca reducir la dependencia de Estados Unidos, que tiene que autorizar el uso del armamento que vende. Busca agregar la demanda y que los Estados miembros obtengan así mejores precios y tiempos de entrega. En la carrera contra el reloj para rearmarse con urgencia, otros elementos que lastran la capacidad disuasoria de la UE, como la fragmentación y las duplicidades, quedan, sin embargo, a un lado. La Comisión es consciente de que se necesitan muchas más medidas y trabaja ya en un paquete legislativo ómnibus, además de una Estrategia de Preparación de la Unión, que presentará en los próximos meses.
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Source: elpais.com