La precariedad del profesorado se concentra en los centros educativos con más alumnos vulnerables

Ello se debe, de un lado, a que la temporalidad laboral es muy inferior en la enseñanza concertada, a la que suelen acudir más estudiantes de nivel socioeconómico medio y alto que en la pública. Pero también a que dentro de la red escolar pública no existen suficientes incentivos ni medidas estructurales para garantizar la estabilidad en aquellos entornos donde esta resulta especialmente necesaria. Así lo refleja un informe de EsadeEcPol publicado este martes que analiza a fondo la situación del profesorado en España explotando datos de una decena de fuentes nacionales e internacionales.

El estudio pone de relieve que el profesorado, el factor educativo más determinante, afronta unas aulas crecientemente complejas, pese a lo cual ha sido ignorado en las sucesivas reformas de la enseñanza que han tenido lugar en España en lo que va de siglo. Y que su labor no cuenta con un respaldo suficiente en términos de condiciones laborales, programas de apoyo para el alumnado rezagado, o en el sistema de acceso a la docencia. El Ministerio de Educación está negociando precisamente ahora con los sindicatos docentes cambios de calado en la profesión, después de que los dos intentos anteriores, en 2011, cuando gobernaban los socialistas, y 2015, con el PP, fracasaran.

La realidad de las aulas también se ha complicado debido a un empeoramiento de las condiciones psicológicas de los chavales. El porcentaje de estudiantes de 15 años que asegura sentirse insatisfecho con la vida subió del 9,5% en 2015, al 11,6% en 2018, y al 14,6% en 2022. La proporción de los que sienten ansiedad más de una vez por semana se dobló en cuatro años, pasando del 11% en 2018 al 20% en 2022. Y el ambiente en las clases, estimado a través de elementos como las interrupciones, el nivel de ruido en clase, así como la dificultad de los docentes para poder iniciar la sesión, empeoró en España en primaria entre 2019 y 2023 más que en la mayoría de países desarrollados. Según la evaluación internacional TIMSS, el indicador de dicho clima de aula empeoró de 0,05 puntos a 0,08 en el conjunto de países de la OCDE, mientras en España retrocedió del 0,09 al 0,34. Cataluña, Andalucía, Murcia y sobre todo el País Vasco destacaron para mal en este terreno, mientras Cantabria y Castilla-León lo hicieron para bien.

El profesorado afronta ese escenario más desafiante con una tasa de temporalidad desmedida, sobre todo en la enseñanza pública, que en 2023 alcanzaba el 28% (en la privada es del 13,7%), lo cual genera “una dinámica de mucha inestabilidad, rotación en los centros educativos y unas enormes dificultades para planificar y desarrollar proyectos de centro para mejorar los resultados”, señala Lucas Gortazar, director adjunto de investigación de EsadeEcPol y autor del informe. Los docentes españoles ganan menos que el conjunto de trabajadores con estudios terciarios y, sobre todo, menos que el promedio de trabajadores públicos con dicho nivel de estudios. En salario nominal bruto anual, los docentes ganan (en un cálculo basado en la Encuesta de Estructura Salarial del INE, que engloba al profesorado desde infantil y primaria, que son los peor retribuidos, hasta universidad, que son los que más y tiran hacia arriba el cómputo final) 38.144 euros, frente a 38.634 del conjunto de trabajadores con estudios universitarios, y 40.243 euros de promedio de los trabajadores públicos con dicho nivel educativo. Trabajan un número de horas en la media de los países desarrollados (175 días de media en España, 183 en la OCDE), pero al tener uno de los parones veraniegos comparativamente más largos tienen jornadas laborales más saturadas de horas de clase.

El profesorado de secundaria obtiene mejor resultados que el conjunto de trabajadores españoles con formación universitaria en la prueba PIACC, que es parecido al Informe PISA, pero en lugar de evaluar a chavales de 15 años . Los docentes logran 291,2 puntos en lectura (10,6 más que el promedio de trabajadores universitarios) y 292,8 en matemáticas (14,9 puntos más). Si bien tanto las competencias de los docentes de secundaria como las del conjunto de los trabajadores (sobre todo las de lectura) han retrocedido respecto a la anterior edición de PIACC, realizada hace una década. Los maestros de primaria obtienen, en cambio, peores datos que la media de trabajadores universitarios tanto en lectura (270,9 puntos) como en matemáticas (275,1), aunque en su caso el retroceso respecto a hace un decenio solo se ha producido en el terreno de la lectura, mientras han mejorado 5 puntos en matemáticas.

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