Un hermetismo casi absoluto ha rodeado la reunión entre representantes rusos y estadounidenses celebrada este lunes en Riad para negociar un posible alto el fuego en la invasión rusa de Ucrania. La cita ha concluido tras más de 12 horas y la única comunicación ofrecida a su término es que el texto de lo acordado no se publicará hasta este martes. La delegación de Kiev mantendrá nuevas conversaciones con la de Washington después de haberse visto el pasado domingo.
Antes de que los delegados se encerraran en una de las salas del Hotel Ritz-Carlton de la capital de Arabia Saudí, apenas habían trascendido detalles sobre el contenido de estas conversaciones. Washington quería arrancar a Moscú una promesa de tregua más allá de los mínimos planteados para proteger las infraestructuras críticas.
El Kremlin, y esta es la novedad más reciente, buscaba resucitar , una nueva prioridad que no estaba en la ecuación cuando se anunciaron estas rondas de negociaciones la semana pasada. Lo ha asegurado el portavoz del régimen ruso, Dmitri Peskov, este lunes: “El asunto de la iniciativa del mar Negro y todo lo relacionado con la renovación de la iniciativa están en la agenda de hoy”.
Mientras, Ucrania y Rusia han intercambiado ataques en otro día que ha dejado muertos y heridos. Este lunes se ha producido uno de los más graves perpetrados por Rusia en suelo ucranio, cuando un misil ha impactado en una zona residencial de la ciudad de Sumi. Hay al menos 88 heridos, de los que 17 son niños, según el Ayuntamiento. Rusia ha denunciado también la muerte de seis personas, entre ellas tres periodistas, en un ataque de artillería en Lugansk por parte de las Fuerzas Armadas ucranias. Además, en la madrugada, dos civiles murieron por un dron en la región rusa de Belgorod, según las autoridades locales.
Durante la maratoniana jornada del lunes, los delegados de ambos países solo han hecho tres recesos para descansar. En el segundo de ellos, el diplomático Serguéi Karasin, al frente del equipo ruso, ha mostrado su satisfacción. “Las conversaciones se encuentran en pleno apogeo. Tiene lugar una interesante discusión de los temas más candentes”, ha dicho.
Mientras, Estados Unidos y Rusia siguen debatiendo sobre el futuro de Ucrania, los representantes de este país aguardan a que les vuelva a tocar el turno de entrar a la sala de reuniones con los portavoces de la Casa Blanca. Ambas delegaciones ya se reunieron el domingo también en Riad, y de esa cita, mucho más corta —apenas cuatro horas— trascendió que se abordaron cuestiones técnicas relacionadas con infraestructura y seguridad marítima. Fueron unas conversaciones “productivas y centradas”, en palabras del ministro de Defensa ucranio, Rustem Umerov, que encabeza el grupo de delegados de Kiev.
Los planes de la Casa Blanca pasaban por reunirse por separado con los dos países enfrentados este lunes, y que de esos encuentros resultara algún compromiso rubricado por ambos. Lo que el representante de Donald Trump para las negociaciones más delicadas, Steve Witkoff, califica de “diplomacia de transbordo”, por la frecuencia en la que los mediadores estadounidenses van y vienen entre las partes.
Otro punto de gran interés para Estados Unidos es el control de las plantas de energía nuclear ucranias. El pasado 19 de marzo, Trump y Zelenski plantearon en una conversación telefónica que EE UU podría poseer o ayudar a administrar estas instalaciones, al menos de la Zaporiyia, la mayor de Europa, a cambio de su protección. Zelenski negó que se hubiese hablado de traspasar la propiedad, pero se mostró abierto a negociar algún tipo de acuerdo intermedio.
La adhesión a la OTAN, el intercambio de prisioneros, la seguridad de Ucrania tras la guerra, las posibles cesiones territoriales y el alivio de sanciones occidentales a Rusia son otras cuestiones sobre la mesa que deberán tratarse en futuras sesiones. La sensibilidad y las complicaciones implícitas en todas ellas indican que, por mucho que Trump quiera pisar el acelerador, cualquier decisión que ponga fin a la guerra desatada hace tres años no será cuestión de días.
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Source: elpais.com