Intrahistoria del Mundial 2030: una candidatura llena de vaivenes como reflejo de los escándalos de la RFEF

La polémica por una supuesta alteración de las puntuaciones para favorecer la designación de San Sebastián en detrimento de Vigo como sede del Mundial 2030 es el último episodio de la escabrosa carrera de España por albergar la Copa del Mundo 2030. Una maratón iniciada por Luis Rubiales en 2018 y concluida a tirones por la presidencia de Pedro Rocha con Rafael Louzán como vicepresidente. Con dos presidentes inhabilitados (Rubiales y Rocha), el proyecto de organizar el Mundial 2030 junto a Portugal y Marruecos no ha sido ajeno al desgobierno provocado por los vacíos de poder que han generado los escándalos por el beso no consentido a Jenni Hermoso o las corruptelas en las que ha estado inmersa la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) en los últimos siete años.

“A España no le han quitado el Mundial, porque es una potencia futbolística y no había una candidatura sólida que hubiera pugnado por organizarlo”, asegura un técnico de candidaturas inmerso en procesos de elección de Mundiales y Eurocopas. El año que Rocha estuvo sin convocar elecciones tras reemplazar a Rubiales ya costó un serio aviso de la FIFA. Su director de servicios jurídicos, el español Emilio García Silvero se presentó en Madrid en septiembre de 2024 y le dio un tirón de orejas a la RFEF y al CSD: “O se celebran elecciones antes de fin de año o el Mundial peligra”.

La destitución el pasado miércoles de María Tato, directora del comité de la candidatura, ha sido otro ejemplo de la improvisación y la informalidad que han impregnado el proyecto por parte española. La federación dio por bueno el informe que le encargó a Tato para justificar las puntuaciones cambiadas a última hora que desveló El Mundo. Sin embargo, Tato acabó negociando su destitución tras poner su cargo a disposición de Rafael Louzán, actual presidente de la RFEF. Este, según el alcalde de Vigo, el socialista Abel Caballero, es el principal responsable de la no elección de la ciudad olívica por la batalla personal y política que les enfrenta desde hace años. Louzán lo niega. Le salpica que, siendo vicepresidente, recibió un correo de Tato con la penúltima clasificación que incluía a Vigo. “Si se entiende que se han manipulado las puntuaciones, habrá que preguntar a los responsables. Si se han cambiado en 48, 50 o 20 horas, ¿dónde está mi responsabilidad?”, defendió Louzán el viernes pasado antes de anunciar que España, Portugal y Marruecos también quieren organizar un Mundial femenino.

Los vaivenes en la candidatura han sido constantes desde sus primeros pasos. El 13 de septiembre de 2018, Luis Rubiales se presentó en La Moncloa con Gianni Infantino, presidente de la FIFA, para proponerle a Pedro Sánchez que respaldara la intención de la federación de postular a España para organizar la Eurocopa de 2028 o la Copa del Mundo de 2030. Con el beneplácito del presidente del Ejecutivo, en el proyecto embrionario se apostó por esta última competición, aunque sin perder de vista la posibilidad de organizar el europeo por si se truncaba la opción mundialista. De inicio, se perfiló una candidatura ibérica junto a Portugal en la que terminó entrando Marruecos. Esta primera inclusión del reino alauita generó el primer gran cisma. En una visita oficial a Rabat el 19 de noviembre de 2018, Sánchez anunció que Marruecos se sumaba a la candidatura. Rubiales se mostró sorprendido e irritado por el anuncio y el primer ministro luso, el socialista António Acosta, le dijo a Efe: “Es una idea que nunca nos ha sido oficialmente planteada. Cuando lo sea, tendremos que estudiarla”.

Con el camino despejado en Europa y la debilidad del proyecto suramericano, la candidatura ibérica cotizaba al alza como la gran favorita. Hasta que emergió en la carrera la potencia económica de Arabia Saudí, empeñada en blanquear su régimen con la celebración de grandes eventos deportivos. Esto propició otro giro inesperado. El 4 de octubre de 2022 se conoció que España y Portugal sumaban a Ucrania, que acababa de padecer la invasión de Rusia. Pedro Sánchez y António Costa habían pactado con el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, la integración de la antigua república soviética al proyecto. La cesión de la disputa de algunos partidos de la primera fase era el legado solidario para Ucrania.

Configurada de manera definitiva la organización del Mundial 2030 en tres continentes, en España se inició la batalla por la elección de las sedes que ha constatado el enfrentamiento del Gobierno con la RFEF. Vigo y Valencia se han quedado fuera, pero será la FIFA la que empiece a decidir tras la conclusión del Mundial 2026. Entonces creará la sociedad mercantil que organizará la Copa del Mundo de 2030 y las sedes que ofrezcan una mínima duda en cuanto a financiación serán eliminadas de inmediato.

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