El abogado de Marine Le Pen se acercó a su clienta pocos minutos después de las doce del mediodía del lunes y le susurró algo al oído. La líder del ultraderechista Reagrupamiento Nacional (RN), el partido más votado en las últimas elecciones legislativas y el favorito en todas las encuestas, se levantó entonces de su silla, agarró el bolso y se marchó dando un portazo de la sala del tribunal que la ha juzgado a ella y a otros 24 miembros de su partido en las últimas nueve semanas. La audiencia no había terminado. Pero le Pen, también toda Francia, sabía ya que la jueza iba a imponerle la peor condena posible. Una decisión judicial de consecuencias políticas imprevisibles en Francia y Europa.
Pasadas las 10 de la mañana, en la sala 2.01 del Tribunal Correccional de París, la misma que ha frecuentado durante las nueve semanas del proceso con otros 24 miembros de su partido imputados por el mismo asunto, Le Pen tomó asiento en la primera fila del banquillo de los acusados. Desde ahí, la líder del RN escuchó la sentencia que la ha declarado culpable a ella y a ocho eurodiputados de su formación política en el caso por un desvío de fondos europeos originalmente destinados a pagar asesores en Bruselas. La presidenta del tribunal fue desgranando las penas, que siguieron el severo criterio de la Fiscalía y acarrearon prisión e inhabilitación para la mayoría de condenados. Mientras Le Pen se marchaba rumbo a la sede de su partido dando un portazo en la sala, el resto de acusados y compañeros de partido permanecieron en el tribunal.
La carrera de Le Pen para las presidenciales de 2027 se complica enormemente y dependerá de la velocidad con la que se resuelvan los recursos que se han anunciado. De momento, su delfín y presidente del partido, el joven Jordan Bardella (29 años), pasaría a ser el presunto candidato a dichos comicios. Bardella, en sus redes sociales, no tardó en apoyar a su jefa y azuzar la teoría de la conspiración. “Hoy no es solo Marine Le Pen quien es injustamente condenada: es la democracia francesa la que está siendo ejecutada”, denunció. Desde el Kremlin, donde Le Pen sigue siendo vista como una posible aliada, también hubo una reacción adversa a la condena. “De hecho, cada vez más capitales europeas siguen el camino de la violación de las normas democráticas”, declaró el lunes el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, durante su rueda de prensa diaria, respondiendo a una pregunta sobre la condena de Le Pen. Peskov calificó, sin embargo, el juicio de “asunto interno de Francia”.
El denominado escándalo de empleos ficticios fue, supuestamente, una estrategia de la cúpula del partido de Le Pen para utilizar la financiación que recibía de Bruselas entre 2004 y 2016, un periodo en el que el partido tenía mucha más presencia en Europa ―y, por tanto, subvenciones― que en Francia, para funciones fuera de su perímetro legal. Una práctica, en mayor o medida explotada y demostrada, extendida a otros partidos en Francia, como el del actual primer ministro, François Bayrou. El entonces presidente de la Eurocámara, el socialista alemán Martin Schulz, presentó una denuncia en 2015 que desembocó en casi 10 años de investigación y acabó en el juicio.
Bruselas elevó entonces a 6,8 millones de euros —aunque el tribunal lo haya ahora rebajado sensiblemente— el montante del que se benefició el RN a través de un “sistema fraudulento de desvío de fondos” que, fundamentalmente, utilizaba el dinero destinado para pagar asistentes en el Parlamento Europeo a asuntos domésticos de la formación en Francia. Durante sus alegatos, según publicó el diario Le Monde, los dos fiscales describieron, uno tras otro, la estructura de un “sistema” consistente en contratar “falsos” asistentes parlamentarios europeos que, en realidad, trabajaban para el partido.
Los acusados eran sospechosos, según los magistrados franceses que llevaron a cabo la instrucción desde finales de 2016, de haber puesto en marcha “de manera concertada y deliberada” durante ese periodo un “sistema de malversación” de los 21.000 euros mensuales asignados por la UE a cada eurodiputado para remunerar a sus asistentes parlamentarios. Estos últimos habrían trabajado todo o parte de su tiempo para el RN, permitiendo así al partido un ahorro considerable en salarios.
La cuestión es ya un asunto político de primer orden. Aliot, vicepresidente del partido, también condenado, lo calificó de “intrusión en el juego electoral, una mancha en la historia de la democracia francesa”. Una tendencia que irá aumentando a medida que pasen los días. Pero más allá de la inflamada retórica política, y esa es la primera clave, el asunto puede terminar en los despachos del Consejo Constitucional, presidido por el fiel macronista Richard Ferrand, cuyo nombramiento fue avalado por el Parlamento hace mes y medio por tan solo un voto y con la abstención del partido de Le Pen. Un movimiento que muchos interpretan como un favor que acarreará contrapartidas. Este organismo no ha sentado aún jurisprudencia sobre la aplicación provisional de una pena de inhabilitación para un cargo nacional, aunque sí lo avaló el pasado viernes para un cargo municipal en un caso de un concejal de Mayotte.
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Source: elpais.com