La Casa Blanca ya habló, después de conversar Trump con Putin el 18 de marzo, de “los enormes acuerdos económicos” que podría traer una mejora de la relación entre ambos países. El Kremlin mencionó “la economía y la energía” entre los “intereses mutuos” ruso-estadounidenses.
En el mundo político y empresarial alemán, muchos toman nota y razonan: si Trump y Putin se ponen de acuerdo sobre Ucrania, si EE UU levanta las sanciones a Rusia, si estos países deciden restablecer el flujo energético, ¿por qué Alemania y su industria, cuya crisis se agravó, entre otros factores, al cortarse la energía barata rusa, renunciaría a participar en el negocio? ¿Por qué limitarse a ser espectador?
Son demasiados síes, demasiadas hipótesis antes de que esto suceda. Y en Alemania y Europa está sucediendo lo contrario: para el futuro canciller, Friedrich Merz, el objetivo es rearmarse ante la amenaza de Rusia, y no regresar a la dependencia. Por eso es llamativo que las voces que especulan sobre la reapertura del gasoducto vengan de un partido como la CDU de Merz, menos ligado históricamente a Rusia que . Tras abandonar el cargo en 2005, Schröder presidió el Consejo de Administración de Nord Stream, controlado por la empresa estatal rusa Gazprom.
“Si pensamos a dos años vista, puede haber sorpresas”, escribió en la red social LinkedIn Thomas Bareiss, diputado de la CDU. “Cuando vuelva a reinar la paz y entre Rusia y Ucrania las armas se callan (y esperemos que eso ocurra pronto), las relaciones se normalizarán, los embargos se levantarán tarde o temprano y, por supuesto, el gas podrá fluir de nuevo, quizá, esta vez, en un gasoducto bajo control estadounidense.”
Bareiss no es un diputado de primera fila, pero figuras de rango de la CDU, como el presidente del Estado germano-oriental de Sajonia, Michael Kretschmer, han pedido suavizar las sanciones a Rusia. “Es algo totalmente caduco y no encaja con lo que están haciendo los americanos”.
El historiador Bastian Matteo Scianna, autor del recién publicado Sonderzug nach Moskau, Geschichte der deutschen Russlanpolitik seit 1990 (Tren especial a Moscú. Historia de la política alemana hacia Rusia desde 1990) es taxativo, también: “El momento es completamente equivocado. Envía una señal de debilidad y expresa un deseo de business as usual”. Es decir, de volver a lo de siempre: una relación con Rusia basada en la economía, y que acabó alimentando las arcas de Putin para la guerra.
Según Scianna, las palabras de Bareiss y otros “muestran que, también en la CDU, hay personas que, respecto a Rusia, piensan más en términos de política comercial”. ”Uno esperaría que un jefe de partido o un canciller federal como Merz dijese: ‘No podemos mirar permanentemente las ventajas económicas, sino que debemos incluir las cuestiones de seguridad y defensa”, asegura.
Otro personaje en los esfuerzos para resucitar Nord Stream es el alemán Matthias Warnig, según el diario Financial Times. Warning fue espía de la Stasi, la policía secreta de la República Democrática Alemana. Al caer el Muro, trabajó para la banca alemana en San Petersburgo, donde conoció a Putin (otra versión apunta que se conocieron cuando el presidente ruso era agente de la KGB en Dresde). Hasta 2023 fue el gerente de Nord Stream 2.
Ahora, según el Financial Times, “el plan de Warnig incluye contactos con el equipo de Trump mediante empresarios de EE UU, como parte de un esfuerzo entre bambalinas para lograr acabar con la guerra de Ucrania al tiempo que se profundizan los vínculos económicos entre EE UU y Rusia”. En declaraciones a Die Zeit, Warnig niega cualquier implicación.
“La Moskau Connection en la CDU, la CSU [hermana bávara de la CDU] y el SPD simplemente no ha desaparecido”, dice Franziska Brantner, de Los Verdes. “Son los mismos que ya lo hicieron antes de 2002. Y tres años después todos siguen ahí”.
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Source: elpais.com