Al líder de la Liga y finalista de Copa, le conmueve la Champions. Aunque se sabe de la dificultad del torneo, el deseo de conquista moviliza al barcelonismo diez años después del triunfo en Berlín. Al ataque y a la contra, a balón parado o en carrera, vertical o asociativo, el equipo compite con una fe y una madurez desacostumbradas, como si en cada partido necesitara reivindicar su candidatura después de una década de disgustos, muy superior de momento también al último finalista: el Borussia Dortmund. El 4-0 de la ida parece la mejor garantía para viajar al muro del Signal Iduna Park y alcanzar unas semifinales esquivas desde 2019 en Anfield.
Nadie reparó en la alineación del entrenador, porque se daba por supuesto que jugaría el equipo titular, con Fermín en el puesto de Olmo, como ya pasó contra el Bayern, sino que la atención se centró en la valiente formación de Kovac, un técnico que intenta estabilizar a un equipo que no encuentra su sitio en la Bundesliga y en cambio siempre comparece en la Champions. El Dortmund enfrentó al Barça con dos extremos muy rápidos como Gittens y Adeyemi y el goleador Guirassy (10 goles en Europa). Una propuesta que obligaba a los azulgrana a ajustar muy bien la presión y a sincronizar mejor el momento de tirar la línea del fuera de juego ante Szczesny.
No dudó el Barça en apretar muy fuerte en la divisoria para no dejar salir a los alemanes y dar fluidez a su juego por los dos costados, especialmente del de Lamine, que se arrancó con una elástica ante el superado Bensebaini. El caudal ofensivo de los barcelonistas era tan notable que se contó un remate por minuto: hubo hasta cuatro tiros, dos solucionados por Kobel. Al juego fácil y rápido de los azulgrana le faltó efectividad para suerte del Dortmund. Aunque disminuyó la carga, el Barça marcaba el ritmo del partido y alcanzaba el área con las embestidas descontroladas de Raphinha y las subidas sostenidas de Koundé.
El descanso supuso un respiro para los barcelonistas después que Guirassy no acertara en dos ocasiones que denunciaron la distensión del Barça. El Dortmund es un muy buen equipo cuando no es sometido como sucedió hasta el 1-0 y el cansancio acumulado parecía haber nublado al Barça. El apuro empezaba a ser importante cuando el Dortmund perdió precisamente el balón y Pedri armó el 2-0. La pelota llegó hasta Lamine y su centro voló de la cabeza de Raphinha a la de Lewandowski.
El gol levantó el ánimo de los muchachos de Flick, que volvieron a achicar espacios y a encimar al equipo de Kovac, sorprendido por la voracidad del Barça. Cada pérdida de balón de los alemanes se convirtió en una ocasión del plantel de Flick, El 3-0 fue una preciosidad por el contragolpe de campo a campo conducido por Fermín con el acompañamiento de Lamine y culminado por Lewandowski. Ya son 29 goles en 28 partidos del polaco desde que partió de Dortmund. Al partido solo le faltaba el gol de Lamine, que llegó también en una contra de manual para certificar que el Barça tenía mejor defensa y más ataque que el Borussia: 4-0.
Un marcador generoso que refleja la ilusión y la fiebre europea del invicto Barça en 2025.
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Source: elpais.com