Trump cede a la presión de los mercados y aprueba una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial

Giro imprevisto de guion en la guerra comercial declarada por Donald Trump al mundo. Sometido a la presión de los mercados, de las críticas en el seno del propio Partido Republicano, de los empresarios y los inversores, el presidente de Estados Unidos decretó este miércoles una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial. Trump deja en suspenso los mal llamados aranceles “recíprocos” con la excepción de China, a la que castiga por tomar represalias con un arancel del 125%. Para el resto, deja en vigor un arancel universal del 10%, así como los gravámenes a los automóviles, el acero y el aluminio, lo que ya supone por sí solo un muro proteccionista sin precedentes en un siglo. Las Bolsas se dispararon tras el anuncio de la tregua parcial, con subidas cercanas al 10% en Wall Street. Por la mañana, Trump había tuiteado: “Es un gran momento para comprar”.

Ni siquiera Trump defendió esa tesis. Su giro se produce después del desplome de la Bolsa, del castigo al dólar y de una venta masiva de bonos estadounidenses, que habían dejado de ser vistos como un refugio seguro, complicando la financiación de la deuda del Tesoro estadounidense. El movimiento de Trump ha lastrado ya la economía y ha puesto a Estados Unidos, y con el país a la economía global, en riesgo de recesión. Si era una estrategia premeditada, ha tenido un alto coste. Trump reconoció después que su viraje no era parte de un plan, sino que fue consecuencia de la reacción de los mercados, según dio a entender. “Bueno, pensé que la gente se estaba pasando un poco de la raya. Se estaban poniendo histéricos. Estaban un poco asustados”, admitió. “Tienes que ser flexible”, dijo el presidente pocos días después de haber afirmado tajante: “Mis políticas nunca cambiarán”.

“¡Tranquilos! Todo va a salir bien”. El presidente de Estados Unidos había intentado este miércoles, antes de ese giro de guion arancelario, animar a los estadounidenses con las palabras que más se usan en vísperas de que las cosas salgan mal. En Estados Unidos se habla mucho estos días de Liz Truss, la primera ministra británica que presentó un plan económico desastroso y tuvo que renunciar ante el castigo de los mercados. Truss también pensaba que todo iba a salir bien. Trump no va a renunciar ni tampoco reconocerá error alguno.

El mensaje del presidente en sus redes sociales que dio un vuelco a la situación atacaba a China por haber respondido a sus aranceles. “En vista de la falta de respeto que China ha mostrado hacia los mercados mundiales, por la presente, aumento el arancel que Estados Unidos de América cobra a China al 125%, con efecto inmediato”, escribió Trump en Truth.

A continuación, llegaba la rectificación. “Por el contrario, y basándome en el hecho de que más de 75 países han llamado a representantes de Estados Unidos, incluidos los Departamentos de Comercio, Tesoro y al representante de Comercio para negociar una solución a los temas que se están discutiendo en relación con el comercio, las barreras comerciales, los aranceles, manipulación de divisas y tasas no monetarias, y que estos países no han tomado represalias de ningún tipo contra Estados Unidos, he autorizado una PAUSA de 90 días y una reducción sustancial del arancel recíproco durante este período, al 10%, también con efecto inmediato”, escribió Trump. Los detalles de su decisión no estuvieron inmediatamente claros.

Los mal llamados aranceles recíprocos entraron en vigor en la medianoche del martes al miércoles de la costa Este de Estados Unidos (las 6.00 de la mañana del miércoles en la España peninsular). Suponían impuestos del 104% a las importaciones procedentes de China, del 20% a las de la Unión Europea y del 20% al 50% para decenas de países, entre ellos, Japón, Corea del Sur y Suiza.

La noche del miércoles no parecía haber esperanzas de un giro de último minuto, como los volantazos que ha dado Trump en otras ocasiones. El presidente firmó un último decreto en el que aprobaba un recargo a China del 50%. En dos actos diferentes, lanzó mensajes en los que, por un lado, abría la puerta a una negociación, pero por el otro, la quería abordar desde el sometimiento de la otra parte.

Solo unas horas después, sin embargo, en un acto con congresistas republicanos, vestido con esmoquin y pajarita, se deslizó por el terreno de la vulgaridad. “Os digo que estos países nos están llamando, besándome el culo. Se mueren por hacer un trato: ‘Por favor, por favor, hagamos un trato, haré lo que sea, haré lo que sea, señor”, se mofó. “Nosotros no queremos necesariamente hacer un trato con ellos”, dijo.

“Trump ha lanzado una guerra económica mundial sin ningún aliado. Por eso, a diferencia de las crisis económicas anteriores de este siglo, no hay nadie que venga a salvar la economía mundial si la situación empieza a complicarse”, escribió este martes el economista Josh Lipsky, director principal del Centro de Geoeconomía del Atlantic Council. En esa línea se pronunció también este miércoles en una entrevista Antony Blinken, que fue secretario de Estado con el presidente Joe Biden. “Estoy más que profundamente preocupado por el mensaje que hemos enviado al resto del mundo: no se puede contar con Estados Unidos, no se puede confiar en Estados Unidos”, dijo Blinken en la CNBC. “El resultado final de esto es que [los países] buscarán formas de trabajar a nuestro alrededor, lejos de nosotros. Y eso no va a ser bueno para nosotros”, añadió.

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