El bombardeo sistemático de Rusia sobre poblaciones civiles en Ucrania pone a prueba el diálogo con EE UU

Ya tras la muerte de una veintena de personas en Krivói Rog, nueve de ellas niños, el pasado 4 de abril, Trump hizo público su enfado contra el Kremlin. “Están bombardeando como locos”, dijo en una comparecencia pública desde la Casa Blanca, “no estoy contento con lo que está pasando”. Es previsible que tampoco lo esté tras las más de 30 víctimas mortales registradas por la caída de al menos dos misiles balísticos este domingo en Sumi, en el noreste ucranio, junto a la frontera rusa.

Pocas horas antes de que tuviera lugar esta última matanza, el mandatario republicano, a bordo del avión presidencial, había afirmado lo siguiente sobre las conversaciones con Rusia: “Llega un punto en el que hay que aguantar o callarse. Ya veremos qué pasa, pero creo que va bien”.

El presidente ucranio, Volodímir Zelenski, ha manifestado en más de una ocasión qué es lo que quiere: un alto el fuego incondicional que podría tener validez para 30 días prorrogables. Ese cese de la violencia debería ser monitoreado por Estados Unidos, aunque en el terreno se abre la posibilidad de una fuerza internacional en la que participen varios países bajo el liderazgo de Francia y el Reino Unido —Kiev cuenta con la posible incorporación de aliados incluso de fuera de la OTAN— que garantice el cumplimiento del acuerdo de tregua.

El segundo intento de tregua se firmó el pasado 25 de marzo, fecha en la que Moscú y Kiev se comprometieron, de nuevo con la mediación de Washington, a un cese de las hostilidades contra los sectores energéticos y en el mar Negro. Un pacto que comenzó con una gran confusión en torno a su entrada en vigor y que no se ha cumplido en la práctica. Unos y otros se culpan a diario de atacar las infraestructuras clave de la red eléctrica.

Esa vía es quizá la que prospera a mejor ritmo, lejos sin duda de la negociación entre el Gobierno de Zelenski y el de Trump en torno a . Este fin de semana se han desarrollado reuniones técnicas en Washington entre una delegación ucrania liderada por el viceministro de Economía, Taras Kachka, y otra norteamericana. Según ha aireado la prensa estadounidense, las posturas están muy lejos la una de la otra.

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