Ataque de pánico en Dortmund

El Westfalenstadion no fue Anfield por más que sonara a capella el You’ll Never Walk Alone y el nuevo Barça de Flick se pareciera por momentos al último del desesperado Messi. Los azulgrana alcanzaron seis años después las semifinales después de perder el encanto ganado con una trayectoria inmaculada en la Champions. La clasificación fue la única nota interesante de un equipo que perdió la condición de invicto en 2025 después de 20 victorias y cuatro empates en un muy mal encuentro ganado por un Borussia Dortmund que para nada se parece al Liverpool. La noticia fue que el Barça no fue el Barça. No supo gestionar una cita aparentemente tan sencilla como sugería el 4-0 de Montjuïc. La duda entre atacar y defender dejó a los azulgrana a la intemperie, tan negados en ataque como vulnerables en defensa, siempre muy nerviosos, como si hubieran perdido la noción del tiempo y no supieran muy bien qué hacer para cerrar la eliminatoria, hasta que el árbitro pitó el final con 3-1. El ataque de pánico barcelonista fue tremendo y si salió ileso fue por un gol en propia puerta de los alemanes, al igual que sucedió con el Leganés.

No se sabía cómo podía salir un partido del Barça sin Pedri. No se tardó ni un cuarto de hora en averiguar que el equipo se despersonaliza y se desprograma sin el volante de Tegeste. El tinerfeño, líder y faro inequívoco del equipo, es el único jugador que no tiene un recambio definido en la plantilla de Flick. El técnico juntó un medio campo inédito con De Jong, Gavi y Fermín que parecían proceder de tres equipos distintos en Dortmund. No sirvió de nada mantener a los tres delanteros, ni que fuera como muestra de intimidación, dispuestos a intercambiar golpes con un Borussia Dortmund armado a partir de tres centrales y tres delanteros dirigidos por el reaparecido Gross.

No hubo tiempo para reparar en el ataque porque el foco se puso en el área de Szczesny después de un error de Araujo, que jugó por Iñigo Martínez, amenazado de suspensión y reservado por Flick. El atropello fue continuo, los remates se sucedieron y el 1-0 llegó a los 10 minutos con un penalti del portero polaco sobre Gross. Szczesny salió tarde y mal después de que Koundé se quedara enganchado en la línea del fuera de juego y habilitara al volante del Dortmund. La presión del equipo de Kovac dejó sin la pelota a un plantel destensado y descontrolado, impreciso en el pase e irreconocible con su indumentaria del 125 aniversario que ya vistió en su derrota contra Las Palmas: 1-2.

El Barça no sabía cómo atacar ni cómo acabar una de las muchas jugadas en las que dispuso de situaciones de superioridad, reiterativo en las pérdidas e inferior en cada duelo individual, aturdido por la verticalidad alemana, la del equipo y la de la hinchada del Westfalenstadion. La efervescencia azulgrana se acabó a la que se apagaron las bengalas encendidas por algunos de los radicales que se mezclaron entre los más de 3.000 aficionados desplazados a Dortmund. Lamine no daba pie con bola y el Barça pasó a competir contra el propio Barça. Los alemanes se convirtieron en espectadores interesados de la desconcentración del equipo de Flick.

Al descanso se llegó con 10 remates del Borussia por uno del Barcelona. La orfandad azulgrana era manifiesta sin Pedri. A disgusto en el campo, el equipo no sabía tejer una jugada, no encontraba el timing al partido, llegaba demasiado tarde o muy pronto al cuero, y su desacierto y poca finura propiciaba las transiciones del Borussia. Flick, sin embargo, se resistió a los cambios y el 2-0 llegó al inicio del segundo tiempo, después de un córner cabeceado por el goleador Guirassy, que se redimió de sus pifias en Montjuïc. Szczesny se vio superado finalmente después de rechazar dos remates seguidos de Adeyemi y Gross que anunciaban el tanto del Dortmund.

Ya nadie reparaba en el partido, sino en la eliminatoria, cuando al rescate del Barça acudió Bensebaini, que embocó en su propia portería un centro de Fermín. El 2-1 y la salida de Pedri ayudaron a calmar hasta que llegó el tercero de Guirassy. La carga final del Dortmund evidenció el sufrimiento y temblor del Barça, ya sin Lamine y Lewandowski, con los diez futbolistas pendientes de Szczesny. El portero perdió la imbatibilidad de la misma manera que Flick y el Barça perdieron un partido con el Dortmund. Fue la primera vez de muchas cosas para un sorprendente Barça atrapado por la diabólica Champions.

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