La economía pone coto a Trump

Trump no es fácil de intimidar, pero la subida en la rentabilidad de los bonos de EE UU, junto con el desplome bursátil y la depreciación del dólar, fueron los detonantes de que decretase el pasado 9 de abril una tregua parcial de 90 días en la guerra comercial. El republicano admitió que los inversores se “estaban mareando un poco”. “Pensé que la gente se estaba pasando un poco de la raya. Se estaban poniendo nerviosos. Estaban un poco asustados”, dijo, celebrando lo “precioso” que estaba el mercado tras la tregua.

La situación se repitió en la última semana. Solo unos días después de sugerir que se planteaba destituir al presidente de la Reserva Federal, aseguró este martes que no tiene la intención de hacerlo. “La prensa se precipita con las cosas. No, no tengo intención de despedirlo”, dijo Trump este martes. Entre medias, las amenazas a la independencia del banco central acentuaron la desconfianza en los activos estadounidenses y llevaron al dólar a cotizar en su mínimo en tres años, con nuevas caídas en Wall Street y en los bonos.

El castigo en los mercados y el rápido deterioro de las perspectivas económicas también han obligado a Trump y su equipo a suavizar el tono en la guerra comercial con China. Los actuales aranceles, del 145% para las importaciones de productos chinos (y del 125% para la compra de productos estadounidenses por parte de China) “no son sostenibles”, dijo el martes en un acto a puerta cerrada con banqueros el secretario del Tesoro, Scott Bessent. El propio Trump refrendó posteriormente la idea en el Despacho Oval de la Casa Blanca. Dijo que los elevados aranceles “bajarán sustancialmente, pero no serán cero”. “No serán tan altos, no serán tan altos”, insistió.

Este miércoles, sin abandonar su retórica proteccionista ni sus bulos, Trump mostró de nuevo la mano tendida: “Vamos a tener un acuerdo justo con China”, afirmó. Bessent, en declaraciones a la prensa tras un discurso en un hotel de Washington, dio una de cal y una de arena. Preguntado por si había una oferta unilateral del presidente para desescalar la guerra comercial, dijo que “en absoluto”. Al tiempo, dejó abierta la puerta a una rebaja por ambas partes: “No creo que ninguna de las partes crea que los actuales niveles arancelarios sean sostenibles, así que no me sorprendería que bajaran de forma mutua”, afirmó, asegurando que hay “una oportunidad para un gran trato”.

En su primer mandato, Trump fue el primer presidente en casi un siglo con el que se destruyó empleo. Pudo culpar a la pandemia, pero la crisis que amenaza con desatar ahora es completamente autoinfligida. En la Casa Blanca ha cundido en las últimas semanas el temor a una crisis financiera que desemboque en una recesión profunda, un escenario que internamente llaman “1929”, según The New York Times, en referencia al desplome bursátil de ese año con que comenzó la Gran Depresión.

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