Millones de canadienses acudieron el lunes a las urnas para votar en unas elecciones trascendentales, puede que las más decisivas de su historia reciente. Para la mayoría de los 28,5 millones de votantes registrados se trataba, más que de elegir candidatos y siglas políticas, de reafirmarse como nación ante las reiteradas amenazas de Donald Trump. Más que un sufragio, era un desafío existencial que empujó en masa a los votantes y transmitió un mensaje claro: el del voto útil al candidato más capaz de frenar al presidente de EE UU. Han sido unos comicios de refundación y definición nacionales que han dado la victoria ―alrededor del 43% de los votos, aunque sin mayoría absoluta— a los liberales de Mark Carney, seguidos de cerca por los conservadores que durante meses lideraron los sondeos.
En una intervención a última hora del lunes (madrugada del martes en España), Carney apeló a la unidad nacional asegurando que gobernará “con todos los partidos y todos los territorios”. Afirmó que se sentará a hablar con el presidente de EE UU de los lazos “económicos y de seguridad” entre los dos países, pero añadió: “Trump nunca nos doblegará”.
“Nuestra antigua relación con Estados Unidos, una relación basada en una integración cada vez mayor, se acabó”, dijo Carney en Ottawa. “Es una tragedia, pero es nuestra nueva realidad”. “Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestra agua, nuestro país. No son amenazas vanas. El presidente Trump está tratando de doblegarnos para que Estados Unidos pueda ser nuestro dueño. Eso nunca sucederá”, remató.
Con la mayoría absoluta en 172 escaños, los resultados provisionales, con el 99% de los votos escrutados, otorgan a los liberales 172 escaños; a los conservadores 144; al soberanista Bloque Quebequés 23; siete a los socialdemócratas del NDP y un escaño al Partido Verde. Pierre Poilievre, líder del Partido Conservador y principal rival de Carney, finalmente ha perdido su escaño como representante del distrito de Ottawa.
Con esa mayoría simple, Mark Carney —que sustituyó como líder liberal y primer ministro a Justin Trudeau en marzo— será el encargado de lidiar con el presidente de EE UU, a cuya sombra se ha desarrollado la campaña. El propio Trump, que además de imponer gravosos aranceles a Canadá expresó su intención de anexionar el país y convertirlo en el 51º Estado de EE UU, se encargó de recordar la importancia de los comicios, burlándose de nuevo de Canadá pocas horas antes de que abrieran los 20.000 colegios electorales.
Carney hizo un claro guiño a los quebequeses, porque sobre su partido, el Bloque Quebequés, puede recaer una colaboración necesaria para un gobierno en minoría como el de Carney. “Defenderé los valores que nos hacen querer trabajar con los distintos gobiernos provinciales, con las otras fuerzas políticas [en alusión al Bloque]; que Quebec continúe prosperando dentro de una Canadá unida”, prosiguió el vencedor. Y añadió: “El sistema de libre comercio [con EE UU] se ha terminado. Es la nueva realidad. Vamos a fortalecer nuestras relaciones con clientes más fiables, en Europa, en Asia, en otros sitios”.
Carney, que también ganó el escaño de su circunscripción, ha hecho una campaña basada principalmente en sus credenciales económicas y empresariales, centrando políticamente al partido en un intento de atraer a los votantes descontentos de ambos lados. En algunos aspectos, como las iniciativas para solucionar la grave crisis de alojamiento o la diversificación energética, su programa se parece al de los conservadores, a quienes ha enfurecido al adoptar propuestas suyas, como la eliminación de una impopular tasa sobre el carbono. Pero el ruido y la furia desatados por Trump han hecho que los programas de los diferentes partidos tuvieran grandes dificultades para hacerse oír: nadie reparaba en la letra pequeña porque se trataba, sobre todo, de elegir al gladiador para enfrentarse a la fiera.
La victoria de Carney se ha quedado a medio camino entre la goleada de Trudeau en su primer mandato, en 2015, cuando se impuso a los liberales por 184 escaños contra 99 y formó gobierno en solitario, y su último triunfo, en 2021, con 157 asientos frente a 121. Como en EE UU, hay lugares donde siempre vencen los conservadores con holgura (como Alberta) o los liberales (la mayoría de circunscripciones de Montreal). Lo más parecido a un swing state o estado basculante de EE UU sería el conjunto de circunscripciones en la gran región de Toronto, donde se ha ralentizado el escrutinio.
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Source: elpais.com