No hay paz posible para este Madrid, que apuntó a una goleada contra el Celta y acabó el último cuarto de hora con un ataque de pánico, a un centímetro de derrumbarse definitivamente en la Liga. Del plácido 3-0 para los blancos por el que transitaba la tarde, con Arda Güler y Kylian Mbappé al volante, se pasó a un sofocón terrible para los locales, partidos en el campo, tiritando en cada ataque vigués y expuestos a la magia de Iago Aspas, que salió en el tramo final y se quedó a una uña de dejar sentenciado el campeonato.
Después del rebrote en la enfermería blanca en la última semana, el once de Carlo Ancelotti eran habas contadas, con el turco de nuevo a escena. El partido amaneció con un tiroteo. El Celta no es de esos equipos que desesperan a los rivales, sino que los atacan. En dos minutos, Marcos Alonso no atinó con un cabezazo franco, Asencio se la birló a Borja Iglesias cuando éste estaba a punto de encarar a Courtois y, al instante, el belga sacó una mano de las suyas en otro testarazo del exazulgrana. La sesión del vermú arrancó con este frenesí, un escenario que tampoco disgustaba al Madrid porque los espacios se le abrían. La de Marcos Alonso también la tuvo Tchouameni.
El gol certificó el buen tramo de los blancos, pero eso no le evitó que Courtois tuviera que aparecer en una contra del Celta. El meta despejó un balón rebotado con mucho veneno y, menos de diez segundos después, medio equipo fue a celebrar el 2-0 con él. De su intervención surgió una contra como un trueno que abrochó Mbappé con un disparo categórico. El francés andaba algo desconectado, pero a la primera descargó un derechazo terminal.
El doble zarpazo, más el que fabricaron Güler y Mbappé tras el descanso para el 3-0, pareció cerrar el litigio. Pero en absoluto, aquello solo fue un efecto óptico. Lucas Vázquez despejó flojo sobre la línea, Javi Rodríguez lo aprovechó (3-1) y entonces salió Aspas, que metió la tarde en la habitación del terror para los blancos. Le dio a Williot el pase del 3-2 y, al instante, se sacó un taconazo genial para colocar a Durán delante de Courtois. El belga la paró lo suficiente y el balón no rebasó la línea.
Al Bernabéu se le disparó la fiebre. Todavía la tuvo Aspas en un tiro desde la frontal para empatar. El Madrid estaba roto, con varios atacantes que no bajaban a defender y que tampoco aprovechaban las contras. En defensa andaba el canterano Jacobo Ramón. La resolución de la Liga quedaba a un centímetro, pero los blancos alcanzaron la orilla entre sofocos y un susto de muerte. Todavía les queda la bala de Montjuïc.
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Source: elpais.com