La fumata negra abre la pugna entre los favoritos del cónclave en una Iglesia dividida

Tras el anuncio del “” (fuera todos), el cierre de puertas a las 17.46 dio inicio oficialmente a la elección del sucesor de Francisco, fallecido el pasado 21 de abril. Pero ningún candidato ha obtenido al menos 89 votos, la mayoría de dos tercios exigida, y se continuará este jueves, con cuatro votaciones, dos por la mañana y dos por la tarde.

Era lo previsible, pues no ha ocurrido nunca que el pontífice surgiera al primer escrutinio, y era aún más improbable en el cónclave más numeroso de la historia, en el que se requiere un porcentaje tan alto de votos. Además, el colegio cardenalicio llega muy enfrentado, dividido entre los que están a favor de la continuidad con la línea de Francisco y quienes desean una corrección de ruta. La pugna decisiva de ese primer choque se decide este jueves.

Previsiblemente, en la primera y segunda votación de este jueves desaparecerán varios de los nombres surgidos el día anterior, que habían recibido pocos apoyos, y dos o tres cardenales comenzarán a acumularlos. Salvo que este proceso sea muy veloz por la mañana, con un efecto avalancha ―algo que solo ocurrió en 1939, tres votaciones, con Pío XII, una elección que se daba prácticamente por hecha―, el momento clave será por la tarde.

Desde luego, en esta ocasión impera la sensación de confusión y desconcierto, pero no sería la primera vez que los cardenales han sabido ocultar sus cartas, trabajar en la sombra y dar una sorpresa. Todo se sabrá la tarde del jueves. Depende, en esencia, de que los bloques de votos se rindan o no. Si todos deciden resistir para impedir el paso al contrario, si ningún candidato consigue despegar y la situación se atasca, se seguirá votando el viernes. Y esto ya será una novedad en casi medio siglo. El escenario ya será diferente a los dos últimos cónclaves, de 2005 y 2013, resueltos en 24 horas con cuatro y cinco votaciones respectivamente. Empezará a parecerse a cónclaves más largos del pasado, como en 1978, 1958 y 1922, en los que hubo que buscar candidatos alternativos de segunda línea, con espacio para la sorpresa. Los aspirantes más escorados de cada bando están destinados a dejar paso a nombres de amplio consenso.

Los otros candidatos principales que se manejan, dentro de lo resbaladizo de las previsiones, son muchos. Los italianos Matteo Zuppi y Gianbattista Pizzaballa; el francés Jean-Marc Aveline; el estadounidense Francis Robert Prevost; el maltés Mario Grech; el filipino Pablo Virgilio David, que ha ascendido en los últimos días, en detrimento de su compatriota Luis Antonio Tagle. Después se mencionan otros como el sueco Anders Arborelius, el portugués José Tolentino de Mendonça y dos españoles, ambos salesianos, el arzobispo de Rabat, Cristóbal López, y el coprefecto del dicasterio para la Vida Consagrada, el asturiano Ángel Fernández. Pero se han llegado a mencionar 30 nombres estas semanas.

Con todo, si el cónclave no se resuelve este jueves, probablemente signifique que la pelea ha seguido y se ha dejado a un lado el temor a lo que se puede pensar fuera. Y no sería una sorpresa, porque los lemas esgrimidos estos días son, por un lado, que el camino abierto por Francisco es irreversible, y por otro, que la Iglesia corre peligro de sufrir un cisma si no se cambia el rumbo. Pero ambos bandos, y sobre todo la gran variedad de pequeños grupos de votos que hay en medio, están abocados a pactar y confluir en un candidato conciliador.

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