Lo que sucede a continuación es un minicónclave, con el respeto debido. El sacerdote sube al autobús y se queda de pie casi al principio, desde donde tiene una visión completa de los pasajeros. El 64 no va muy lleno, y llaman la atención tres monjas muy jóvenes, con aspecto de ser indias y un hábito entre naranja y salmón, a juego con la toga que les deja ver el pelo, y una chaqueta ligera de color negro. Una de ellas, muy estilosa, lleva un fular blanco, y al contrario que el prelado, las tres sonríen y enseguida establecen una charla con unos turistas.
Miro al cura a ver si reacciona ―si le ponen a tiro ganarse el cielo, para qué me voy a meter yo, que no tengo chance―, pero nada más lejos; el reverendo acompaña cada frase admonitoria del revisor con un movimiento afirmativo de cabeza. Es el dogma, parece decir, se empieza incumpliendo eso y se termina bendiciendo a los gais.
Da la impresión de que los días de convivencia entre cardenales, con rezo, café, copa y puro, pueden haber dado resultado. Los dos primeros citados son españoles; el tercero, filipino; y ninguno de los tres tiene pinta de usar sombrero Saturno. Al contrario. Cristóbal López, como pudo comprobar este diario en la entrevista que le hizo hace una semana, es un tipo interesante, con pinta de buena gente y sin pelos en lengua. Tiene 72 años, es salesiano, fue misionero muchos años y ahora es arzobispo de Rabat. Una de las cosas que dijo en la entrevista fue: “Estoy avergonzado de la política migratoria de la UE y de España”. Como para no estarlo. El otro español, Fernández Artime, tiene en contra la edad, 64 años, un chaval para el cómputo vaticano, pero a favor que conoce bien la casa. Al bueno del cardenal Fernández le hacen bromas con eso, pero a él parece no importarle. Los salesianos tienen mucha calle.
El tercer tapado es el filipino Pablo Virgilio David, arzobispo de Kallookan, 66 años, y también cardenal reciente. Bergoglio, de sus viajes por el mundo, en vez de recuerdos, se traía un casting completo; luego cogía el teléfono y les nombraba cardenales. David se puede beneficiar de que el filipino que entró de papable estrella, Luis Antonio Tagle, parece que ha ido perdiendo brillo.
La primera fumata fue negra, muy negra, así que ya veremos.
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Source: elpais.com