El matrimonio de médicos ucranios que huyó de la guerra en coche, aprobó el MIR en España y consiguió plaza en la misma ciudad

En septiembre del año pasado, el matrimonio formado por Artem Panchenko y Yuliia Shevchenko salió de Ucrania en coche con dos objetivos: huir de la guerra de su país y aprobar para poder desarrollar sus carreras de otorrino y ginecóloga en España. Este pasado miércoles, ambos estaban en el Ministerio de Sanidad, eligiendo plaza con los puestos 1.693 y 1.698. Ni aunque lo hubieran hecho aposta habrían conseguido la coincidencia casi milagrosa que los separó solo en cinco números en la clasificación de aspirantes, lo cual les permitió coordinarse para optar a dos hospitales en la misma ciudad (Sevilla), donde en el preciso momento de su turno había vacantes para sus respectivas especialidades.

El trayecto de seis días hasta España se les hizo largo, porque mientras estaban en la carretera no podían estudiar, narran por videoconferencia desde Torrevieja (Alicante), la primera población asequible donde se pudieron asentar en su ruta. Contaban con el dinero justo para sobrevivir unos meses mientras se preparaban la prueba y para culminar un plan que ya les rondaba la cabeza desde antes de que estallase la guerra en su país.

Quedaron en plazas bastante buenas de una clasificación en la que el primer puesto la ocupa la nota más alta: por debajo del 1.700 de los más de 15.000 aspirantes, que optan a las 9.007 residencias que está previsto que se adjudiquen en esta edición, aunque en los últimos años han quedado vacantes algunas de Medicina de Familia, que pese a no ser la última en las preferencias, sí es, con diferencia, las más ofertada (2.508 puestos).

El matrimonio había conseguido a priori suficiente holgura para escoger sus respectivas especialidades, en las que ya trabajaban en Ucrania. Lejos, eso sí, de , que este año ha batido un récord, completando las vacantes en toda España en el turno 542. “Parece que todos aquí quieren ser dermatólogos”, bromean. Lo cierto es que hay un enorme déficit de estos profesionales, que pueden conseguir muy buenas condiciones y trabajo muy bien remunerado en el sector privado.

Nunca han pisado Sevilla, pero están muy contentos con el destino. No solo por haber podido obtener la especialidad que querían y porque trabajarán a poco más de cinco kilómetros de distancia, sino porque “es una ciudad grande, con hospitales potentes, donde se puede desarrollar una buena carrera e investigar”. Se incorporarán en un mes y hacia el 20 de mayo irán a conocer la ciudad. Él se centra en los asuntos burocráticos; ella piensa más en cómo será su nuevo hogar.

En los meses que han vivido en Torrevieja casi no han podido socializar, pese a lo cual hablan un español más que correcto. Ahora tienen un proyecto de vida en Sevilla, donde esperan encajar y, “por qué no, seguir en los hospitales” donde harán la residencia, si hay sitio para ellos. Dejan lejos a su familia, a un país que aman, pero donde también lo han pasado muy mal a causa de la guerra y donde, creen, no tienen las posibilidades de desarrollarse profesionalmente que ahora se les abren.

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