El Papa inicia su mandato con estilo conciliador para cerrar heridas

En el día de las primeras impresiones sobre ya se sabe que no da titulares, ni sorpresas, ni espectáculo. Robert Francis Prevost, el primer papa estadounidense, es discreto y silencioso, no da la sensación de querer llamar la atención sobre sí. En sus primeras palabras en el balcón de San Pedro no hizo ni una sola referencia a sí mismo, como hicieron antes Francisco, Benedicto XVI o Juan Pablo II. Ha dado una cierta idea de retorno a la normalidad, la de los papas de siempre, tras el vendaval de Francisco.

Si se recuerda 2013, Bergoglio en sus primeros días revolucionó el Vaticano y la ciudad de Roma. Fue una seducción instantánea con sus gestos, sus improvisaciones, sus idas y venidas, transmitía electricidad y el advenimiento de muchos cambios. Prevost no, y aún se le observa con curiosidad. Es un papa conciliador elegido para cerrar heridas y aplacar enfrentamientos, tanto dentro de la Iglesia como fuera, porque las divisiones de la política, de la sociedad, también están dentro de la Iglesia.

Sin duda, habrá aliviado a los más conservadores. Porque los afines a Francisco y más progresistas ya estaban contentos desde el día anterior. Los sectores más tradicionales reprochaban al papa argentino un exceso de autoritarismo y de decisiones en solitario, además de una pérdida de solemnidad institucional que, en su opinión, erosionaba la Iglesia. En este sentido, el primer test importante para Prevost es decidir dónde va a vivir. Si se quedará en la residencia de Santa Marta, como Francisco, o regresará al palacio apostólico. Pero aún lo deja en el aire, han señalado fuentes vaticanas. Seguirá por ahora en Santa Marta y decidirá más adelante, pues además las tradicionales estancias papales necesitan arreglos.

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