Salarios, guardias y complementos: los incentivos de las comunidades para conquistar a los médicos que terminan la residencia

Los médicos, sobre todo los de familia, están muy cotizados en España: el Ministerio de Sanidad calcula que hay un déficit de más de 4.500 en esta especialidad. A esto se suma un aumento de la asistencia sanitaria desde la pandemia ―las consultas en Atención Primaria han crecido un 9%― que tiene a los centros de salud más saturados que nunca. Algunas comunidades autónomas empezaron a mover ficha hace un par de años, tratando de incentivar que los residentes se quedaran, mejorando condiciones y salarios. El último movimiento lo ha hecho Cantabria, subiendo el sueldo de los especialistas que terminan el MIR hasta los 61.000 euros brutos al año, lo que el consejero vasco de salud tachó la semana pasada de “una opa hostil” para quedarse con sus facultativos.

Ante la falta de médicos, las autonomías (especialmente las del PP) llevan años quejándose al Gobierno central por la escasez. Desde 2017 el número de plazas de Médicos Internos Residentes (MIR) no para de crecer, pero pasan cuatro años hasta que se incorporan al sistema. La ministra de Sanidad, Mónica García, suele contestarles que ellas son las que contratan y las que tienen que ofrecerles las condiciones para que se queden. Como dijo el expresidente estadounidense Joe Biden a los empresarios que se quejaban de la falta de mano de obra: “Pagadles más”.

En Cataluña, por ejemplo, establecieron varios niveles, en función de la ruralidad y la dificultad de la cobertura, que puede elevar el sueldo bruto hasta los 67.819 euros en los lugares más complicados. En Madrid, Cataluña, Navarra, Euskadi y Galicia, ronda los 55.000.

Esta misma semana, el Gobierno vasco ha lanzado una campaña para atraer a los mires. “¿Terminas este año tu residencia y quieres trabajar en Euskadi y buscas un lugar donde crecer profesional y personalmente? Euskadi apuesta por el talento. Tu futuro, en Osakidetza», reza. Una portavoz del Departamento de Salud explica que no se trata de “subir la apuesta” ni de hacer “una guerra” por el MIR. “Euskadi suele llenar todas sus plazas. Se trata de ser competitivos, de tener unas buenas condiciones, de trabajar en un sistema sanitario referente”, sostiene.

La asistencia continuada es una de las claves para llegar a las cifras finales de los sueldos de los médicos. En Castilla-La Mancha, por ejemplo, los mires que se incorporan tras las residencias cobran una media de 80.000 euros brutos anuales, pero esto incluye las guardias, que son al menos tres mensuales. Suponen alrededor de unos 20.000 euros anuales.

Es una realidad que, más allá de los salarios, está echando a muchos jóvenes de la Medicina de Familia. “La vocación se te va con siete consultas seguidas de 70 pacientes”, dice Justo. Cuando hacen el MIR y ven este panorama, muchos optan por irse a los servicios de urgencias, generalmente mejor pagados (a base, también, de guardias) o incluso migrar al extranjero. Otros países europeos, además de un sueldo más atractivo, ofrecen consultorios más reposados, donde se puede ejercer una medicina de más calidad. Desde 2019, más de 2.000 médicos se han ido al extranjero a ejercer, según la Organización Médica Colegial.

Ella, está dispuesta a irse a otras con más estabilidad y buen sueldo que no queden muy lejos de casa. “En Cantabria ahora han subido bastante. Si tuviera 50 años y tres hijos no me lo plantearía, pero no me ata nada más que un perro, no me parece una idea descabellada”.

Los traslados no solo se ciñen a Medicina de Familia. Comunidades de la España vaciada, como Castilla y León, han puesto en marcha programas para atraer médicos: además de sueldo les facilitan la conciliación, algunos hospitales tratan de colocar a matrimonios en pack, existen ayudas económicas para estudiar másteres.

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