Trump inicia en Arabia Saudí una gira por Oriente Próximo para lograr acuerdos económicos

Esa cantidad ha abierto la veda de una competición regional para ver quién ofrece una cifra más alta al antiguo magnate inmobiliario. En el caso de Emiratos, 1,4 billones de dólares en contratos en 10 años. Qatar aún no ha precisado su puja por el favor de Trump, pero se espera que lo haga el miércoles, con el presidente ya en Doha.

El cortejo al presidente anunciado desde hace semanas a golpe de ofertas millonarias se había desplegado ya antes de que el Air Force One tomara tierra. Una escuadrilla de cazas F-15 saudíes escoltó la aeronave presidencial por los cielos del reino durante media hora. Cuando el predecesor de Trump, Joe Biden, visitó el país árabe en 2022, el heredero de su dinastía reinante ni siquiera acudió a recibirlo.

A Trump lo esperaban luego, a pie de avión, una guardia de honor y el heredero saudí, que lo acompañó al pabellón real, un edificio reservado para los visitantes más ilustres y donde recalan normalmente la legión de príncipes de la familia real. Como hizo en la primera visita oficial del republicano, en 2017, Bin Salmán acompañó después a su huésped a un salón presidido por el retrato de su padre, el anciano y públicamente desaparecido rey Salmán bin Abdulaziz, donde se celebró una ceremonia de bienvenida.

Junto al mandatario ha aterrizado en Riad una nutrida delegación de empresarios, cuya presencia da fe del foco económico de la visita. Entre ellos, el hombre a quien se considera como una especie de valido presidencial, Elon Musk, consejero delegado de Tesla y asesor del presidente. También acompañan a Trump el considerado zar de las criptomonedas de la Casa Blanca, David Sacks, y los directores ejecutivos de IBM, BlackRock, Citigroup, Palantir y Qualcomm, una empresa de semiconductores.

Flanqueado por esta delegación, Trump participará este martes en el Foro de Inversión Arabia Saudí-EE UU, donde, según Reuters, ofrecerá a los saudíes un paquete de venta de armas por valor de más de 100.000 millones de dólares. Entre 2020 y 2024, el reino árabe fue el primer comprador individual de armas estadounidenses (12%), según el Instituto Internacional de Estocolmo para la Investigación de la Paz (Sipri).

El presidente ha llegado a la capital saudí acompañado también de su secretario de Estado y asesor de Seguridad Nacional, Marco Rubio, y del secretario de Defensa, Pete Hegseth.

La coreografía del halago que está siguiendo Arabia Saudí con Trump recuerda mucho a la que desplegó en 2017, cuando un presidente estadounidense aún bisoño rompió con la tradición de su país de que el primer viaje oficial de un mandatario recién elegido fuera a Canadá o al Reino Unido. El anzuelo fueron entonces 350.000 millones de dólares (316.000 millones de euros) en acuerdos prometidos por Riad, que luego se quedaron en mucho menos.

Un Trump aparentemente fascinado por los fastos, la adulación —enormes carteles con su imagen presidían la fachada del hotel Ritz-Carlton de Riad— y los oropeles instalados a su mayor gloria por Bin Salmán firmó entonces con gran pompa un acuerdo para vender armas a los saudíes por 110.000 millones de dólares.

El republicano obtuvo ese y otros titulares plagados de cifras con muchos ceros, pero el tiempo terminó por desmentirlos. A finales de 2018, ese pacto armamentístico solo se había traducido en el desembolso por parte de los saudíes de una cantidad mucho menor a la prometida: 14.500 millones de dólares. La cumbre conjunta que congregó a decenas de líderes árabes y musulmanes terminó con un comunicado vacío, recordaba este lunes The Economist, que definía aquella visita como “más espectáculo que sustancia”.

La sospecha de lo inaceptable se cierne especialmente sobre una oferta con la que Qatar se ha posicionado en la carrera por adular a Trump a golpe de petrodólares. La Administración estadounidense prevé aceptar un lujoso Boeing 747-8 por valor de 400 millones de dólares —un Jumbo— como donación de la familia real qatarí. The New York Times asegura que el presidente ha pedido que se utilice como Air Force One mientras espera que Boeing entregue dos aviones presidenciales encargados por la Casa Blanca. “Nos están haciendo un regalo”, dijo el presidente el lunes. Y zanjó: “Sería estúpido no aceptarlo”.

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.